jueves, 31 de julio de 2008
2008 - Motörhead - Motörizer
Pensemos en un grupo veterano que nunca se haya apartado de su camino. Que nunca haya sido acusado o desdeñado por antiguos fans. Uno que siempre haya defendido unos mismos principios. Uno que tras décadas de carrera siga lanzando discos a envidiable ritmo y a un nivel que los coloque sin problemas al lado de sus más añejos clásicos.
¿Alguien tiene otro nombre más claro que el de Motörhead?
Pues bien, una vez más, tenemos lanzamiento de los chicos de Lemmy y de nuevo ya la primera escucha nos dice que vuelve a ser imposible que un seguidor del grupo se vea decepcionado. Por supuesto, porque es la fórmula Motörhead de siempre -tan efectiva como es cualquiera cuando es aplicada por aquellos que mejor la conocen-, y porque "Motörizer" la pone en liza en su versión más sólida, potente y rebosante de ese gancho que, quizá por lo sencillo, posiblemente por actitud y seguro por su evidente convencimiento, tan bien les ha funcionado en trabajos como pueden ser el reciente "Inferno".
Teniendo en cuenta que ese disco empieza ya, con tan sólo cuatro años de vida, a asentarse como uno de los más grandes de la formación tanto para crítica como para público, el éxito -dentro de lo que una banda como ésta puede esperar en el panorama actual- está asegurado.
No necesita más devaneos. Sencillamente, un listado de trallazos al más puro estilo Motörhead.
martes, 29 de julio de 2008
1978 - Judas Priest - Hell Bent For Leather
“British Steel”, “Screaming For Vengeance”, “Painkiller”... puede que hoy sean estos otros los discos más alabados de la trayectoria de Judas Priest. Pero “Hell Bent For Leather” culminaba de manera grandiosa una evolución que durante los 70s había dado a esta banda una serie de trabajos con un aire tan especial, que puede que ni los centenares de imitadores que han tenido desde el albor de los 80s, ni los propios Priest desde entonces, hayan vuelto a conseguir.
Más allá de que puedan ser o no “mejores” o “peores” discos, sí que se hace bastante evidente que de “British Steel” en adelante se asentó un sonido algo diferente que fueron sacando adelante reformándolo convenientemente en cada nuevo esfuerzo, pero que a esas alturas ya ponía mucho camino en medio desde “Sad Wings Of Destiny”o “Sin After Sin”.
“Hell Bent For Leather”, eso sí, adelantaba parte de ese sonido, el más rocoso y aguerrido de “British Steel”, y a la vez conservaba parte de la magia más rockera y setentera de sus predecesores. Y puede que por eso deba considerárselo como uno de sus discos más (o directamente “su disco” más) completos y variados.
Los diferentes registros de sus composiciones así lo abalan, recorriendo un espectacular espectro de posibilidades desde el rock melódico y radiable de “Evening Star” hasta el afilado y frenético heavy metal del tema homónimo, todo tipo de variaciones mediante.
Y así lo abalan también los distintos registros en la interpretación, ejemplificados en su máxima en la voz de Rob Halford, que salta otro nivel más dentro de su inigualable trayectoria para añadir a los agudos (dominantes por ejemplo en el inmediatamente anterior “Stained Class”) y graves limpios (que con tanto acierto intercalaba en los temas lentos de sus primeros trabajos) una nueva y especialmente emotiva y rockera voz dura y rasgada. Todo un protagonista de este disco, Halford, dejando claro que si es El Gran vocalista del heavy metal no es por haber dejado sólo el cliché de sus agudos imposibles, sino porque fue siempre capaz de escoger el mejor entre sus millones de recursos y por su amplísima variedad de registros. Personalmente, esa voz rockera y muy rasgada que luce por ejemplo en “Evil Fantasies” me es su “manera de cantar” favorita.
Volviendo a “Hell Bent For Leather”, puede que estas maneras más rudas respondieran en parte a la nueva imagen que se venían formando desde “Stained Class”. Esa tan característica hoy de Judas Priest -y por imitación del heavy metal en general- que adopta el cuero y los accesorios de metal como indumentaria, y la imaginería motera como lema, sacado todo ello de bares de carretera y ambientes de fuerte carga sexual (masoquismo, homosexualidad...) con intención de diferenciarse de manera clara y lanzarse ante el público. De hecho, la misma portada del disco ya reforzaba esta línea.
Publicado como “Killing Machine” el 9 de octubre de 1978 en UK, tuvo que “rebautizarse” para poder lanzarse al mercado USA e internacional sin problemas de “acogida moral”, y en marzo de ’79 aparecía en las tiendas americanas, y luego en las de todo el mundo, como “Hell Bent For Leather”.
De por medio, Judas Priest había tenido tiempo de añadir a la grabación una pista más, la versión de Fleetwood Mac "The Green Manalishi (with the Two-Prongued Crown)", que acabó por convertirse en uno de los mayores éxitos del álbum y en una imprescindible de su repertorio.
De aquí salió también el primer video de la banda, el de “Take On The World” –en el que vemos a un Halford ya ataviado en sus tradicionales cuero negro, metal, gafas oscuras y gorra-, junto al single de esta misma canción, acompañado de un directo de “Starbreaker” como cara B.
Precisamente este single atrajo especial espectación entre el público japonés, que recibiría en breve la visita de Judas Priest, y en esa gira nipona de “Hell Bent For Leather” obtendrían uno de sus primeros éxitos masivos en vivo y grabarían –de ahí que se la cuidara especialmente- su primer trabajo en directo, el célebre “Unleashed In The East”.
En esa misma gira, pero a su paso por Irlanda, se dió también la primera aparición de otro hecho ya clásico en su trayectoria: la entrada en escenario de Rob Halford montando una Harley Davidson para el comienzo del entonces nuevo tema “Hell Bent For Leather”. Maniobra casi aplacada por la policía local entonces, en adelante se convirtió en una constante para enloquecer al público.
Mucha historia, por tanto, acompaña a “Hell Bent For Leather”. Eso sí, para acabar de situar el disco, como mínimo cabría añadir que se trata de uno de los trabajos más citados como influencia y referencia de la NWOBHM que en poco tiempo estallaría en Gran Bretaña.
¿Hace falta algo más para que cualquier amante del heavy metal reverencie este álbum? Posiblemente no, pero sí para dar una idea de la enorme magnitud de este maravilloso conjunto, del que la experiencia dice que gana más y más con los años y las escuchas.
Así que repasémoslo tema a tema:
1. "Delivering the Goods" – 4:16
Primer cañonazo para abrir, descubriendo a la vez el sonido más pesado que consiguieron para su anterior “Stained Class” y que mostraban siempre en directo, y esos nuevos registros más rasgados, graves y aguerridos de Halford. Con la añadidura de un aire rock’n rollero y un no por habitual menos destacable excelente trabajo de guitarras, un tema absolutamente espectacular (puede que el antecesor a “Breaking The Law”) que quizá merecería mayor presencia en sus directos.
2. "Rock Forever" – 3:16
Un bajo pesado –al que hace mucho bien en todo el disco el mayor volumen que se le ha dado en la edición remasterizada, caso parecido al de los mínimos arreglos de teclados en otros temas- aguantando el tema para mayor juego de las guitarras y Halford que empieza a demostrar que puede cantar como él quiera, exhibiendo ahora voces más limpias y estirando notas a su voluntad. En general, un corte que engancha con un sonido más setentero.
3. "Evening Star" (Halford, Tipton) – 4:06
Nuevo cambio de estilo para el corte más radiable y accesible, que si bien podría parecer de primeras a fanáticos de otras etapas Priest algo fuera de lugar, acaba por aceptarse tan bien que ayuda a dar variedad al disco y a respirar espacio entre los anteriores y lo que se avecina.
4. "Hell Bent for Leather" (Tipton) – 2:41
Lo que se avecina no otra cosa que una descarga afiladísima de heavy metal de estribillo antológico marca de la casa que es hoy por hoy clásico ineludible de su repertorio. Alabar el trabajo de la dupla de guitarras Tipton & Downing sería casi caer en lo obvio, por algo son los maestros en esto.
5. "Take on the World" (Halford, Tipton) – 3:00
Tras la velocidad, “Take On The World” pasa al medio tiempo rock’n rollero de ritmo marcado de batería y estribillo hímnico, de nuevo con Halford espectacular en su papel más aguerrido. Como se ha dicho, single de éxito en su día, y un tema bastante incorporado a la cultura popular inglesa. Algo así como su “We Will Rock You” particular.
6. "Burnin' Up" (Downing, Tipton) – 4:07
Si queremos seguir con la camparación con Queen (argumento que perfectamente podría aguantarse bajo el peso de la presencia mediática que tenía “la reina” aquellos años), temas como “Burnin’ Up” dan pie a hablar de la variedad de influencias dentro del mismo disco. En este caso, unas guitarras que casi juguetean con el funk o el progresivo. Ésta es una orientación del disco en la que cabe señalar la aportación de la batería de Les Binks. Probablemente la más técnica y “sutil” que ha tenido Priest –sólo tocó en éste y el anterior trabajo, siendo sustituido por Dave Holland en “British Steel”- y que probablemente encajaba menos en los discos de los 80s. Otro tema injustamente olvidado.
7. "The Green Manalishi (With the Two-Pronged Crown)" (Peter Green) – 3:23
La versión que se comentaba antes, y que adquiere un empaque enorme de pesado pero brillante hard rock.
8. "Killing Machine" (Tipton) – 3:01
Otro tema curioso, que como “Rock Forever” o “Burnin’ Up” prefiere dejar el peso rítmico al bajo (puede que éste sea su disco donde el bajo es más notorio) y lucir eclecticismo en las guitarras, y de nuevo con unas atractivas melodías vocales de gusto setentero. Un corte de los que crecen con el tiempo.
9. "Running Wild" (Tipton) – 2:58
Y otro que por contra es totalmente inmediato. Un directo trallazo de heavy metal de los que crearon escuela de por muchos años.
10. "Before the Dawn" – 3:23
Vuelta total a la tortilla para encontrarnos con la balada del disco, un breve pero sentido corte de sobrecogedora atmósfera.
11. "Evil Fantasies" – 4:15
Y final de la mejor manera posible. Un temazo de hard rock clásico pero pesadísimo y agresivo, acentuado por una magistral y dura interpretación vocal, casi desquiciada en los tonos más rasgados, de un Rob Halford que nos recuerda que buenos cantantes hay muchos, pero que Dios sólo hay uno.
¿Es este álbum su mejor interpretación, o bien “Sad Wings Of Destiny”? En cualquier caso, un cierre fantástico para un disco de los que se funciona y se debe escuchar de una pieza, con calma y dispuestos a disfrutar de todo lo que puede dar.
sábado, 26 de julio de 2008
1983 - AC/DC - Flick Of The Switch
"Flick of the switch" es el caso claro de ese disco que, siendo una aparente decepción en su momento, gana al recuperarse con el tiempo. ¿La razón? Puede que la falta de singles claros, algo a lo que los AC/DC de entonces no nos tenían acostumbrados, fuera demasiado lastre al compararse con los discos inmediatamente anteriores, pero el tiempo puede ayudar a valor las cosas en conjunto.
Situémonos. La trágica baja de Bon Scott había sido un duro golpe del que su carrera musical pareció salir bien parada en un primer momento, con el lanzamiento del genial “Back In Black”. Eso sí, un año más tarde, “For Those About To Rock” dejaba las primeras dudas presentando un conjunto que, aún teniendo algunos de los temas más grandes que habían escrito nunca, fue visto por la crítica como un trabajo irregular. Y esa misma crítica ha ido asentando con el tiempo la idea de que ése fue el primer punto de su declive, y que hasta finales de los 80s (“Blow Up Your Video”) o, especialmente, principios de los 90s (“The Razor’s Edge”), la carismática formación no empezó a levantar cabeza, asentándose desde entonces como uno de esos grupos veteranos que sólo publican discos a intervalos grandes de tiempo, pero haciendo siempre alarde de conocer mejor que nadie su estilo.
“Flick Of The Switch”, por tanto y para gran parte del sentir popular, es el arranque definitivo de su etapa más baja.
¿Qué cambiaba en este disco con relación a los anteriores?
Lo y primero y ya comentado, la apuesta por un conjunto regular y homogéneo en contra un puñado de "singles". Pero ya que esto es algo que, como se ha dicho, puede chocar de primeras pero el tiempo acaba por curar, ¿qué más?
La pretensión de sonar más austeros y crudos. Malcom Young, viendo el cambio del panorama musical del momento y el estado de la banda, debió querer recuperar un sonido más sucio y agresivo a lo “Let There Be Rock”, en detrimento de las brillantes producciones de los discos posteriores. Para ello, no dudó en prescindir de su entonces habitual productor Mutt Lange.
La limpia, además, no se quedó ahí, y el núcleo fuerte del grupo (los Young, claro) quiso renovar a parte del equipo que los acompañaba, incluyendo al batería Phil Rudd. Lo de Rudd, eso sí, pareció responder a algo de tipo "más personal". Pero el fichaje del más rudo Simon Wright para sustituirlo –aunque no llegara a tiempo de grabar- sí que parecía seguir la línea trazada.
A tenor de todo esto, el resultado debió ser lo que pretendían los Young: un disco compacto, tosco (hasta en la portada), fiero y rockero. El problema fue que, al parecer, no era lo que pretendía la mayor parte de su público ni la crítica.
Parece ser que ellos mismos no tardaron en comprenderlo, y fuera de la gira de presentación del propio “Flick Of The Switch”, no se ha esuchado en directo otro tema de este disco. Maldito desde entonces, pocos son los que se han atrevido a reivindicarlo, pero lo cierto es que años y escuchas más tarde las críticas no parecen tener tanto fundamento, al lado de cómo se han ido asentando otros de sus álbumes.
De hecho, puede que sea uno de sus trabajos más sólidos desde el imprescindible “Back In Black” hasta el momento actual. El que dude de ello y tenga un momento, que repase la "cara A" del disco. Sinceramente, ¿algo así no sería recibido hoy en día como todo un éxito?
jueves, 24 de julio de 2008
1971 - T-Rex - Electric Warrior
Aunque hoy la etiqueta “Glam” está bastante contaminada por el uso que se ha venido haciendo en referencia a los grupos más accesibles y de orientación comercial del hard rock de los 80s, en la mayoría de casos dándole connotaciones despectivas o atendiendo sólo a la estética de la banda –algo que, de hecho, es lo único que parece definir el término para estos casos- y no a su sonido, lo cierto es que muchos años antes de esto ya se utilizaba acuñada como un estilo musical. Y no un estilo extraño o underground, sino como uno de los movimientos de mayor popularidad de la primera mitad de los 70s.
La invasión británica de los 60s, la psicodelia, el rock’n roll más clásico y enérgico, el folk rock y las melodías pop más llamativas se dieron cita en una fórmula en la que primaban la frescura, los estribillos contagiosos, el desenfado, la ironía y la ambigüedad en los temas, especialmente sexuales. Aderezado todo con interpretaciones exageradamente sensuales y potenciado con vestimentas y maquillajes llamativos, resultó un cóctel explosivo para arrasar a una generación que tuvo como ídolos a David Bowie, The Sweet, Gary Glitter, Slade o los T-Rex de Marc Bolan. Y precisamente a Marc Bolan y sus T-Rex debemos todo este asunto.
De hecho, es habitual la referencia a “Electric Warrior” como el primer disco de este género. Tanto, como la que lo promulga como el disco clave del Glam Rock. Y como la innovación no es algo que se geste en un día, Bolan vino trabajando en la música con notable éxito desde la segunda mitad de los 60s, llamando entonces a su banda “Tyrannosaurus Rex” –un nombre que cambiaría sencillamente por T-Rex a partir del disco homónimo de 1970-, explorando desde siempre los terrenos del rock n roll y el folk, y anunciando su interés por los ambientes más “místicos” y planteamientos ambiguos. En el camino, consiguió también reunir a una banda de primer nivel para acompañar a su voz y guitarra. Así, se consolidó el dúo guitarrero formado por el propio Bolan y Finn, y se añadió al bajista Steve Currie y al batería Bill Legend, convirtiéndose en una de las formaciones clásicas del rock. No en vano, el nombre de T-Rex es uno de los más grandes y respetados del género.
Llegados a este punto, “Electric Warrior” resultó un salto considerable. Tan llamativo por su planteamiento y puesta en escena, exagerando todo en lo que venía trabajando, que en poco tiempo estaba marcando influencia entre los más amigos de la teatralidad. El Ziggy Stardust de Bowie es de las muestras de mayor éxito.
“Electric Warrior” fue todo un ejercicio de imaginación. La más lisérgicas texturas y ambientes, las letras más extrañas y extravagantes, y la sugerente y casi susurrada interpretación vocal de Bolan abrían todo un mundo nuevo, tan íntimo como lascivo. En medio de todo esto, tenían cabida tanto fibrosas piezas rockeras como “Rip-Off” o –en un registro más accesible y contagioso- “Get In On”, como esas “baladas“ marca de la casa en las que el demasiado pronto malogrado Marc parecía cantar al cosmos y a todo un mundo de entes abstractos conocidos sólo por él imbuido en un mar de “sustancias”. En general un conjunto admirable que se repetiría con acierto en “The Slider” (1972), en la que es probablemente su otra gran obra maestra.
Pero quedémonos de momento en “Electric Warrior” –número uno en UK y álbum más vendido de 1971 en el Reino Unido-, un álbum de ambiente tan especial que más que describirse debe escucharse, y repasemos mínimamente y sin dar más detalles el track list. ¿Que alguien no lo ha escuchado? Puede ir siendo hora de probarlo.
1. "Mambo Sun" – 3:40
Un principio para el álbum que ya enseña los nuevos postulados, haciendo gala de la sensualidad y misticismo, primero en forma de medio tiempo...
2. "Cosmic Dancer" – 4:30
...y después en un maravilloso tema lento envuelto en lisergia.
3. "Jeepster" – 4:12
4. "Monolith" – 3:49
Fórmula, la de “Cosmic Dancer”, que se repite en esta igualmente preciosa “Monolith”
5. "Lean Woman Blues" – 3:02
6. "Get It On" – 4:27
Destaquemos también este conocidísimo single, número 1 británico y pieza de sobra incorporada a la cultura popular.
7. "Planet Queen" – 3:13
8. "Girl" – 2:32
Una preciosa balada para deleitarse dentro del clima íntimo que transmite.
9. "The Motivator" – 4:00
Y uno de los más elegantes cortes del disco...
10. "Life's a Gas" – 2:24
...que tiene continuidad en “Life’s a Gas”...
11. "Rip Off" – 3:40
...antes de que “Rip Off” cierre con su arranque enérgico y aguerrido de rock’n roll.
martes, 22 de julio de 2008
1965 - The Kinks - The Kink Kontroversy
Si pensamos en aquella decisiva generación británica que desde mediados de los 60s revolucionó la música rock, inmediatamente nos vienen a la cabeza los nombres de The Beatles o The Rolling Stones. Si vamos un poco más allá para pensar en los que tuvieron un papel importante en el “endurecimiento” de esta música, creando algunos de los estándares más utilizados por el rock y hard rock desde los 70s, se nos añaden nombres como los de The Who o Cream. Y tanto en un caso como en el otro nos llegará con fuerza -aunque desde un segundo plano popular- el nombre de The Kinks. Aunque sí importante notoriedad, nunca tuvieron la base de seguidores de aquellos otros, pero su propia base de seguidores siempre los ha reivindicado como uno de los grupos más influyentes de la historia del rock, del hard rock y de la música popular. No en vano son muchos los artistas que los han mencionado como influencia en terrenos tan dispares como el punk, el glam rock o la new wave.
Si ahora pasamos a pensar en The Kinks, nos vienen a la cabeza aquel “Village Green”, “Something else”, el maravilloso “Arthur (Or The Decline And Fall Of The British Empire)” o el igualmente grande “Lola vs Powerman”. Puede que en lugar de discos nos asalten la memoria singles como la primeriza “You Really Got Me”, estandarte popular y reconocido referente pretérito para hard rock, o aquella popular “Waterloo Sunset”.
En el espacio que queda la fiebre rockera de sus primeros singles (“You Really Got Me”, “All Day And All Of The Night”...) y el éxito de sus discos maduros –los mencionados, por ejemplo- más acordes con los trabajos preciosistas, melódicos y de exuberantes arreglos que en los últimos 60s ya hacían Beatles o Stones; quedan una serie de trabajos de los que pocos se acuerdan.
Con unos Kinks todavía metidos en su estilo más fresco y rockero, pesado y bluesy pero accesible, y antes del giro hacia esos otros terrenos, “The Kink Kontroversy” ha quedado como un olvidado de su carrera, y para gran parte de la crítica especializada (hasta que por fin hoy parece ser recuperado), como un "disco menor" de su trayectoria.
Sin embargo, éste es seguramente el disco más infravalorado de su carrera y puede que uno de los más subestimados de esa generación sesentera.
“The Kink Kontroversy” es un gran ejercicio rockero con pinceladas de toda la amalgama sónica de la época (blues, soul, rhythm’n blues...) y algunos de sus temas más destacables en diferentes registros. La divertida y potente “Till The End Of The Day” en esa misma línea de su “You Really Got Me”, la “dylanesca” “I’m free”, la pesadísima versión del blues “Milk Cow Blues”, la balada “Ring The Bells” o “You Can’t Win” son algunas muestras que animan a recuperando sin miedo.
Si ahora pasamos a pensar en The Kinks, nos vienen a la cabeza aquel “Village Green”, “Something else”, el maravilloso “Arthur (Or The Decline And Fall Of The British Empire)” o el igualmente grande “Lola vs Powerman”. Puede que en lugar de discos nos asalten la memoria singles como la primeriza “You Really Got Me”, estandarte popular y reconocido referente pretérito para hard rock, o aquella popular “Waterloo Sunset”.
En el espacio que queda la fiebre rockera de sus primeros singles (“You Really Got Me”, “All Day And All Of The Night”...) y el éxito de sus discos maduros –los mencionados, por ejemplo- más acordes con los trabajos preciosistas, melódicos y de exuberantes arreglos que en los últimos 60s ya hacían Beatles o Stones; quedan una serie de trabajos de los que pocos se acuerdan.
Con unos Kinks todavía metidos en su estilo más fresco y rockero, pesado y bluesy pero accesible, y antes del giro hacia esos otros terrenos, “The Kink Kontroversy” ha quedado como un olvidado de su carrera, y para gran parte de la crítica especializada (hasta que por fin hoy parece ser recuperado), como un "disco menor" de su trayectoria.
Sin embargo, éste es seguramente el disco más infravalorado de su carrera y puede que uno de los más subestimados de esa generación sesentera.
“The Kink Kontroversy” es un gran ejercicio rockero con pinceladas de toda la amalgama sónica de la época (blues, soul, rhythm’n blues...) y algunos de sus temas más destacables en diferentes registros. La divertida y potente “Till The End Of The Day” en esa misma línea de su “You Really Got Me”, la “dylanesca” “I’m free”, la pesadísima versión del blues “Milk Cow Blues”, la balada “Ring The Bells” o “You Can’t Win” son algunas muestras que animan a recuperando sin miedo.
1989 - KISS - Hot In The Shade
De todos es de sobra conocido el derrumbe de los KISS en los 80s. Pero en medio de la bajada popular que llegó a provocar golpes de efecto tan llamativos como el fin del maquillaje, de los cambios de formación, o de la búsqueda de un nuevo sonido que provocó su constante experimentación y consecuente irregularidad cuando su maravilloso rock’n roll de los 70s “pasó de moda”, demostraron tener el talento suficiente para firmar trabajos tan brillantes como este “Hot In The Shade”, adaptándose a un estilo que no era el suyo, y aún sin conseguir los resultados comerciales (“sólo” disco de oro) que se podían esperar. Es más, quedando en un segundo plano para una crítica y un público que aquel año prefería ya a las nuevas sensaciones del género. Todo un desmerecimiento para un trabajo como éste.
Y es que “Hot In The Shade” se metía de lleno y con acierto en el hard’n heavy ochentero que en el momento podían firmar unos Skid Row o unos Cinderella, y traía algunos de los temas más atractivos que hayan grabado desde sus clásicos (o de toda su carrera, para quien prefiera este otro registro) como la impresionante “King Of Hearts”, la preciosa balada “Forever” o las coreables “Silver Spoon” o “Rise To It”.
Es cierto que en la década de los 80s ya se habían acercado al heavy rock y al hard rock más popular y festivo, pero este nuevo registro era una nueva baza a pie del éxito de bandas como las mencionadas. Siendo así, ha quedado como todo un caso aislado en su discografía que ha tendido a olvidarse y a pasarse por alto en los repasos a este imprescindible grupo. Aún de esta manera y dejando de lado el estilo que fuera –asunto del que sólo cabe decir que resulta muy admirable la capacidad de adaptarse con tan buen resultado-, “Hot In The Shade” puede que sea uno de los discos más conseguidos y con mayor empaque de la banda desde sus primeras obras, además de la triste despedida del malogrado Eric Carr a la batería.
Digan lo que digan, no debería perdérselo ningún aficionado a KISS, ni nadie que guste del buen hard 'n heavy de la época.
lunes, 21 de julio de 2008
2008 - Judas Priest - Nostradamus
Si con “Angel Of Retribution” muchos pensamos que Judas Priest iban claramente a asegurar el tiro, con “Nostradamus” habría que decir que se han atrevido a disparar hasta con los ojos vendados. Y puestos a arriesgar e ir hacia delante, un grupo con más de tres décadas de historia se ha dedicado a hacer ahora su primer disco conceptual, su primer disco de estudio doble, y todos los arreglos que no habían hecho para sus numerosos discos anteriores, entre otras novedades.
Sólo por eso resulta admirable. Más teniendo en cuenta que no tenían ninguna necesidad de darse un trabajo de años y que la mayoría hubiera lanzado ya las campanas al vuelo con un disco más de diez temas directos empapados de cuero, tachas y dientes apretados. Más todavía si nos acordamos de cómo se tachó la reunión de Halford con Judas Priest de mera maniobra comercial.
Si en aquel momento pudo sonar creíble el argumento, “Nostradamus” lo desmonta. Porque el que sólo pretende sacar tajada no se esfuerza tanto ni se vuelve –¿por cuántas veces ya?- a reinventar, y porque si aún así apostara por reinventarse no lo haría para alejarse de lo que más fácilmente puede vender.
Y es que “Nostradamus” es desde el planteamiento un disco destinado a recoger golpes, y todo lo contrario de lo que hoy impera en el mercado. No nos engañemos, en un momento en el que un consumidor de música puede acceder a tantos productos como quiera con unos pocos clics, poco suele interesar facturar uno que necesite de tiempo y atención para poder degustarse. Para cuando haya tiempo, ya habrá otra media docena de estrenos.
En un momento en el que el consumidor medio escucha su música en reproductores portátiles mientras realiza cualquier otro tipo de tarea poco puede interesar una que en lugar de apostar por el volumen y los primeros planos directos se moleste en rellenar cada tema de matices que pasarán desapercibidos.
Y en un momento donde manda la información en cantidad y premura hasta el punto de que podemos leer una crítica del disco antes de que se publique no hay tiempo para ofrecerle a lo nuevo de los Priest antes de opinar sobre ello. Media escucha y ya tenemos una reseña, que para el siguiente ya no hará falta ni eso. Con este panorama, sólo hace falta añadir el cambio importante de sonido –algo que siempre resulta polémico en cualquier grupo que ya triunfara- para que muchos lo tiren por el suelo.
Afortunadamente, y aunque los “nuevos fans” que estén a la espera de otro “Painkiller” puedan haber salido corriendo, Judas Priest tienen una base de seguidores lo suficientemente fiel y madura como para responder al esfuerzo con dedicación, y muchos de ellos ya habrán podido a estas alturas comprobar que, efectivamente, se trata de un disco difícil y poco inmediato, pero que gana considerablemente con cada escucha atenta, que consigue un gran empaque como conjunto a pesar de la variedad, y que contiene momentos enormemente brillantes en varios terrenos, destacándose por igual la grandilocuencia épica y melódica de un “Future Of Mankind”, la acelerada rabia de “Persecution”, o la casi progresiva calma atmosférica de ese “New Begginings”, por poner algunos ejemplos. Aunque no todo nos convenciera por igual, tendríamos casi dos horas de música de la que rescatar seguro muchos momentos disfrutables.
¿Queremos oír un disco en el estándar más Priest? Por supuesto, esperemos nuevos para el futuro, y en el pasado tenemos auténticas joyas. Si estamos dispuestos a abrirnos a otra cosa, con “Nostradamus” -aunque sólo el tiempo dirá si acaba siendo un clásico o se queda en ese "disco maldito" que de momento apunta- nos han hecho un regalazo.
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Judas Priest
1977 - Cheap Trick - In Color
The Beatles, Led Zeppelin, The Move, Badfinger, T-Rex, The Who... muchas y variadas son las influencias y parecidos que se les han atribuido a Cheap Trick, y aunque sea difícil clasificar su música, capaz de asombrar con la energía de un rock’n roll clásico, de pasearse por la psicodelia más lisérgica o de alegrar cualquier fiesta con tan fibrosas como contagiosas composiciones hard rock o power pop, lo cierto es que pasan por ser una de las más llamativas bandas del rock y rock duro de la segunda mitad de los 70s.
Formados a finales de los 60s, no vieron publicado su debut hasta 1976, y en esta primera etapa no consiguieron añadir a las brillantes críticas que tuvieron siempre una gran respuesta en ventas. “In Color”, su segundo LP, es una muestra clara de ello. Ya entonces se presentaba por la crítica como la nueva sensación del rock americano y con los años se ha convertido en un habitual de las listas de los mejores discos de la historia del rock. Sin embargo, hasta que la fiebre por el grupo explotó en 1979 –y fue gracias al bombazo que resultó su paso en directo por Japón, registrado en “At Budokan”, y por el que la prensa nipona los bautizó como los "Beatles americanos", extendiéndose pronto el interés por ellos mundialmente- el trabajo pasó desapercibido popularmente en sus USA.
Llegado el éxito, algunos de los temas de “In Color” volvieron a meterse en las listas internacionales, y llovieron halagos por parte de la prensa (“los Led Zeppelin psicodélicos”, “los nuevos Beatles”...) y las proposiciones de todo tipo (participaron en grabaciones de John Lennon, grabaron temas para la banda sonora de “Heavy Metal”...).
El primero de los cuatro discos que encadenaron y que han acabado por considerarse popularmente obras maestras del rock (además de éste, los siguientes “Heaven Tonight” -1978-, “Dream Police” -1979- y “All Shock Up” -1980-), “In Color” es probablemente el trabajo más melódico de sus primeros años pero también el que reúne mayor número de temas que han quedado grabados en el imaginario y la cultura rockera. Todo un ejercicio de fresca y emotiva interpretación instrumental, un despliegue de ritmos diversos y espontáneos y un conjunto de melodías atractivas que firma el guitarrista Rick Nielsen como principal compositor, con un par de aportaciones de Tom Peterson.
Repasémoslo:
1. "Hello There" — 1:41
Entrada de directo rock’n roll y glam rock que con su poderosa y atractiva invitación (“Hello, Ladies And Gentlemen, Are You Ready To Rock?”) nos prepara para lo que viene.
2. "Big Eyes" — 3:10
Una aguerrida y atmostérica pieza de rock a medio tiempo de atrayentes melodías vocales que hasta el estribillo puede recordar a los Beatles más duros y rockeros.
3. "Downed" — 4:12
Otro rock a medio tiempo cercano en este caso –excepto por el estilo vocal- a unos Led Zeppelin o, quizá en menos medida, a unos Who. En cualquier caso, otro impecable corte de gusto melódico.
4. "I Want You to Want Me" — 3:11
Cambio de registro hacia una más relajada y curiosa propuesta que pasaría por un divertido musical tipo vodevil de contagiosa melodía y que podrían haber firmado unos Queen o unos Beatles. Uno de los mayores éxitos del grupo y un imprescindible en el directo. En directo se muestra aquí:
5. "You're All Talk" (Rick Nielsen, Tom Petersson) — 3:36
Más diversidad aporta “You’re All Talk”, con un rock’n roll de fiff casi funky y divertido trabajo de batería.
6. "Oh Caroline" — 2:59
Volvemos al rock a medio tiempo de más fuerte trabajo instrumental y melodías de, en este caso, marcada ascendencia Beatle. Un resultado accesible de innegable atractivo.
7. "Clock Strikes Ten" — 2:59
Rock’n roll de tradición cincuentera en su versión más rápida y de derrochante energía para “Clock Strikes Ten”.
8. "Southern Girls" (Rick Nielsen, Tom Petersson) — 3:44
Otro tema de gran gancho, con ritmo de batería marcado de clásico himno rock’n rollero y contagiosas melodías poperas.
9. "Come On, Come On" — 2:41
Y para gancho, “Come On, Come On”, un contagioso tema de orientación glam rock en la escuela de los primeros 70s de unos T-Rex.
10. "So Good to See You" — 3:37
Para el cierre, un tema melódico de brillante composición con otro ritmo marcado y excelente interpretación vocal.
domingo, 20 de julio de 2008
1974 - Queen - Queen II
El “bombazo” Queen explotó con “Sheer Heart Attack”, eso es indiscutible. Pero aunque desde ahí se les haya reconocido siempre hasta ser considerados como una de las más grandes bandas de rock de todos los tiempos y, por esto, sus dos primeros discos -los anteriores a ése- hayan pasado habitualmente por los más desconocidos, no es poco habitual el que se vengan recuperando como los grandes obras que son, e, incluso, que una parte importante de los seguidores de “la reina” consideren ya a este segundo trabajo como el mejor, o de los mejores, de su discografía.
Eso sí, se trata de un álbum que en su momento pasó desapercibido (al menos, comparado con los posteriores) y que presenta a unos Queen algo diferentes a los que conquistaron al mundo a partir de su siguiente esfuerzo.
El principal motivo de diferencia es que en “Queen II”, aún tratándose de un disco variado en registros, se consigue un conjunto homogéneo y que funciona de manera enorme como bloque, mientras que en la mayoría de los discos más célebres de estos británicos la variedad de estilos que se recojen es, para muchos para bien y para algunos para mal, mucho más acusada. “Queen II” funciona como un disco de hard (heavy en algunos momentos) rock de corte melódico y clásico setentero, aderezado con un ambiente muy marcado y de punto épico que puede acercarlo al rock sinfónico de su época. Es decir, un disco muy de su momento, pero a la vez muy personal.
Aunque exista esa comentada homogeneidad, también parece claro que en “Queen II” hay dos mitades diferenciadas, una primera (la cara A) en la que el peso compositivo lo lleva Brian May (aunque Roger Taylor fime la última de la cara), y una segunda (la cara B) donde la composición recae ya por completo en F. Mercury. Por supuesto, esto se refleja en el sonido, y la segunda mitad aparece más grandilocuente, más melódica pero afilada, mientras que la primera presentaba mayor gusto clásico o protagonismo instrumental, eso sí, todo en una línea coherente y sin sobresaltos. Repasémoslas una a una:
1. "Procession" (May) – 1:12
El disco comienza con una introducción para “Father To Son”, que se utilizó en esta primera época para abrir también los directos, y que demuestra ya de principio querer algo del carácter ambiental propio del rock sinfónico de entonces.
2. "Father to Son" (May) – 6:14
El primer temazo es un colosal tema de gran peso instrumental conducido de manera magistral por la guitarra de B.May, y una parte central que puede recordar la influencia de los Black Sabbath del momento. Un hard/hevay rock muy bien desarrollado de estribillo melódico que pasa por ser uno de los primeros grandes clásicos de Queen.
3. "White Queen (As It Began)" (May) – 4:33
Una bonita balada con ese aire épico que inundaba las primeras composiciones de Queen, que encaja perfectamente en el ambiente del disco.
4. "Some Day One Day" (May) – 4:21
Para seguir el tono más relajado de “White Queen” y con protagonismo acústico, un tema que canta el propio B.May sin desmerecer para nada al gigante F.Mercury.
5. "The Loser in the End" (Taylor) – 4:01
Y el cierre de la primera mitad con un muy aguerrido Hard Rock que realza su carácter fuerte y rockero con la rasgada voz de R.Taylor, que lo compone e interpreta.
6. "Ogre Battle" (Mercury) – 4:08
Comienza la cara más “especial” o personal del disco con un afiladísimo corte firmado, como pasará a partir de aquí, por F.Mercury. La sacudida instrumental que abre el tema antes del precioso cambio para la entrada de las voces pasa por ser de lo más rápido y “heavy”, si se quiere decir así, que se había escrito hasta entonces, y el tema en general mantiene un altísimo nivel a base de melodías misteriosas y muy dinámicas y un fenomenal trabajo instrumental.
7. "The Fairy Feller's Master-Stroke" (Mercury) – 2:41
Y para “especial” el siguiente tema, de lo más curioso del disco anticipando la polifacético carácter que Mercury explotaría a partir del siguiente trabajo. A destacar el solo de órgano que se marca Freddie.
8. "Nevermore" (Mercury) – 1:17
Una tan bonita como breve balada para el lucimiento de esa voz dulce que tan bien sabía sacar Mercury para estos casos.
9. "The March of the Black Queen" (Mercury) – 6:33
Compleja estructura, innumerables cambios de ritmo y épicas melodías para otro coloso del disco, marcado por la grandilocuencia de los coros y la exhuberancia instrumental. Un tema nacido para ser una referencia para el grupo, como demuestra su protagonismo en los primeros directos, pero que pronto se abandonaría por su complejidad de interpretación y, puede, por su falta de inmediatez para el directo.
10. "Funny How Love Is" (Mercury) – 2:48
Otro bonito corte que queda emparedado entre dos de los más grandes del disco, actuando casi como interludio.
11. "Seven Seas of Rhye" (Mercury) – 2:48
Y por último, aunque cabe señalar que las diversas ediciones posteriores se han incluido numerosos bonus track con admirable acierto, el tema más conocido de “Queen II”, el que se presentó como single y el único que desde el primer momento consiguió trascender popularmente, “Seven Seas Of Rhye”. Un corte del que se presentaba un atisbo en su primer disco en forma de breve instrumental pero que ahora se convierte en un muy dinámico tema de contagiosas melodías y fuerte sección instrumental. Otro de los primeros clásicos de Queen para cerrar.
sábado, 19 de julio de 2008
1976 - Led Zeppelin - Presence
La discografía de Led Zeppelin no acabó en "Physical Graffiti", a pesar de que esto pueda parecer ante el olvido de lo siguiente por parte de muchas fuentes.
Efectivamente, ése fue su pico popular y a partir de ahí las cosas empezaron a ir mal. El accidente de coche de Robert Plant que casi acaba con su vida obligó a supender el final de la gira de aquel disco en 1975, y la banda se vio obligada a un parón que aprovechó para escribir algunos nuevos temas, que acabó grabando en sólo tres semanas -la grabación más rápida que habían hecho desde su debut- y con Plant todavía en silla de ruedas, debido a que cuando Zeppelin decidió lanzarse a por el nuevo disco ante su impedimento en el directo, los Rolling Stones tenían ya fecha en el estudio para ese plazo. Los propios Stones, que entraban entonces a registrar su "Black And Blue", se mostraron sorprendidos ante la prensa de que se hubiera podido aprovechar el tiempo de esta manera.
Para añadir alguno más de los condicionantes a todo este proceso, hay que decir que como la composición se hizo en la convalecencia de Plant, en la que le acompañó sólo J.Page, el resto de la banda no participó en la creación de los temas. Esto, y el poco tiempo de esa creación, explica el hecho de que probablemente sea el disco más homogéneo de su carrera. De hecho, es su único trabajo que no tiene pistas acústicas, y es bastante evidente su unidad estilística. Eso, tras un complejo y variado ejercicio como el que había sido "Physical Graffiti", era algo especialmente llamativo que la crítica no pasó por alto.
Los propios Page y Plant declararon que el disco era todo un ejericio de espontaneidad, y que no fue otra cosa sino un grito de supervivencia ante su situación, que en poco tiempo había pasado del éxito absoluto a casi la tragedia. Eso sí, y volviendo sobre su comentada homegeneidad; a pesar de que todo el bloque central estaba compuesto por sólidos temas de hard rock eléctrico y a medio tiempo, del más enérgico que nunca habían grabado, el primer y el último corte del disco marcaban la diferencia. "Achilles Last Stand" abría con un mastodonte de más de diez minustos que jugueteaba incluso con el heavy, y "Tea For One" ponía el cierre con un también largo e igualmente fantástico blues.
Un disco fresco, especial, personal, un paréntesis en su discografía normalmente más trabajada y compleja, y también un disco infravalorado, que aprovechando su todavía momento álgido popular llegó al número uno del Billboard y se convirtió en triple platino (enormes datos que sin embargo palidecen ante los de su disco anterior), pero pasó a la historia como el principio del fin de Led Zeppelin, como el golpetazo que los empujó hacia la cuesta abajo.
viernes, 18 de julio de 2008
1989 - Whitesnake - Slip On The Tongue
¿Es posible que un disco que ha sido cuádruple platino, que se coló en los Top 10 de ventas tanto en USA como en UK, y que tuvo hasta tres singles de gran éxito esté considerado como un disco "menor", como el principio de una cuesta abajo, como un trabajo casi olvidado? En el caso de "Slip On The Tongue", sí. El "¿por qué?" tiene una respuesta algo más difícil, pero lo que sí parece claro es que se trata de uno de los lanzamientos más despreciados históricamente tanto de Whitesnake como de cualquier otro de los grandes del hard rock, a tenor del resultado.
La explicación más convincente se puede encontrar en el que había sido su disco inmediatamente anterior. "1987" había reventado todas las expectativas (más de 14 millones de copias vendidas en todo el mundo, primeros puestos en varios países, el single "Here I Go Again" en el #1 de las listas...) y no es poco habitual el que tras una reacción popular así, el público se “canse” de ello y reciba lo siguiente de manera algo más fría (lo que supone casi siempre que los medios desconfíen para el futuro y lo entierren), si no es que lo siguiente es algo muy llamativo.
Y no es que “Slip On The Tongue” -como trabajo- no lo fuera. Es más, seguía explotando la fórmula “llamativa” de “1987”. En estilo, en planteamiento, en estructura. Donde el anterior tenía una balada radiable llamada “Is This Love”, éste ponía un “The Deeper The Love”; donde había un mastondóntico tema pesado como “Still Of The Night” ahora un “Judgement Day”; o en el lugar del reconvertido-en-hit-single tema clásico “Here I Go Again” un de-nuevo-remozado “Fool For Your Loving”, por citar algunos ejemplos. Además, se añadía un factor atrayente como el hecho de que las guitarras las grabara el conocido guitar-hero (entonces explotando en popularidad gracias al trabajo con Dave Lee Roth) Steve Vai.
De esta manera, esa muchas veces válida explicación ante el derrumbe en la crítica de una banda de renombre basada en el cambio de estilo (¿cuántas veces hemos visto como se acoge con uñas cualquier cambio de sonido en grupos que ya triunfaban?) aquí no nos vale, y lo que precisamente se echa en falta –o ha echado en falta la crítica- es la renovación. Es algo que se ve acontecer habitualmente en los casos en los que la fórmula es muy mediática. Curioso. Si un grupo que apuesta por algo menos “accesible” hace cambios en su sonido es criticado por ello. Si otro que es halagado por su buen hacer en terrenos más accesibles no cambia su sonido y se “renueva” se le critica. O se le olvida.
De otra forma, “Slip On The Tongue” sería un disco muy bien considerado. De hecho, es un muy buen disco de ese otro hard rock que Whitesnake se dedicó a hacer cuando a mediados de los 80s su formación más o menos estable se rompió (hasta ser casi un baile de músicos que iban y venían) y se puso de moda el hard n heavy americano más mediático. Podemos preferir o no su primera etapa, su hard rock orientado al blues, pero es innegable que Coverdale y su gente también se supieron mover como el que más en estos otros terrenos y que “Slip On The Tongue”, en ese estilo, cumple perfectamente la papeleta: temas con gancho, conjunto variado, sonido impecable, interpretación magistral...
Puede que muchos hayan escuchado "1987" y con éste ni se hayan atrevido. Es hora de lanzarse. Es una garantía.
Ahí va un adelanto:
jueves, 17 de julio de 2008
1982 - Demon - The Unexpected Guest
Algo se torció en la carrera de los Demon tras el lanzamiento de este disco. Es la única manera de explicarse el hecho de que una banda que había conseguido dos primeros trabajos tan espectaculares y acumulaba cada vez más notoriedad desapareciera rápida y casi totalmente de la primera línea del heavy/hard rock, hasta quedarse “sólo” en lo que hoy llamaríamos una banda “de culto” de su generación.
Encuadrados en la primera generación de grupos de la NWOBHM -esa que ya se venía gestando desde los últimos coletazos de los 70s- junto a Saxon, Iron Maiden, Diamond Head o Samson; Demon se habían abierto paso a base de un trabajo debut (“Night Of The Demon”, 1981) que no sólo llamaba la puerta de la popularidad gracias a la polémica que suscitó una portada y unas letras que se mostraban absolutamente fascinadas por el ocultismo, sino que demostraba musicalmente un empaque que pocos debuts de la época tuvieron.
Sus conciertos se llenaban entonces para ver a la que podía ser la nueva sensación británica –algo que se podía disputar en 1981 con Iron Maiden, aunque hoy no quede duda de quién se llevó el gato al agua-, atraídos por una escenografía llamativa que convertía el escenario en un cementerio o que caracterizaba a los músicos con grotescos disfraces de exageradas cornamentas.
“The Unexpected Guest”, su segundo disco, seguía el camino adelante en la misma línea de hard/heavy rock de gusto clásico, aguerrido y oscuro, salpicado de, siempre rocosos y tradicionales, cortes más afilados de metal, pero ahondaba en el atractivo de las melodías, que evidenciaban mucho trabajo, para conseguir un conjunto que además, sin ser fácil o accesible, derrochaba gancho. De esta manera, consiguieron un álbum en el que pocos son los cortes que no puedan considerarse claros singles potenciales, algo desde luego nada fácil, y que funcionaba como un todo coherente a pesar de tener espacio para múltiples registros.
Puede que, si los Demon hubieran seguido explotando esta senda unos años más, hoy hablásemos de ellos como uno de los más grandes nombres del heavy rock, de la misma manera que “The Unexpected Guest” sería sin duda uno de esos siempre recomendados discos imprescindibles.
Sin embargo, la dirección musical cambió a partir de aquí y su líder, Dave Hill –nombre que merece un capítulo a parte-, condujo a la banda hacia terrenos más cercanos al rock melódico y de gusto progresivo, dando peso a influencias como las de Pink Floyd. Éste es, cómo no, otro camino igualmente interesante, pero el grupo tardó tiempo en encontrar en firme el otro sendero, y de esta manera se desmarcó de la generación que los encumbraba y de unos seguidores que, en aquel momento, tenían suficientes novedades a ir descubriendo como para poder olvidarse de ellos a la que tuvieran un momento de indecisión. Puede decirse también, que en su carrera hacia esos otros estilos no siempre consiguieron desenvolverse tan bien como lo habían hecho en su premisa inicial (una prueba puede ser que los temas estrella de su repertorio sigan siendo los de los dos primeros discos), e incluso se podría añadir que D. Hill se preocupó más por desempolvarse el aura oscura y de que no se le relacionara con temas polémicos que de afianzar un nuevo registro.
A pesar de todo eso y de los cambios de formación, Demon a mantenido una carrera larga y más o menos estable, pero siempre desde entonces separada de la popularidad y del género que les vio nacer.
Hay que respetárselo a quien siempre estuvo al frente, pero no son pocos los que no dudan de que él mismo, Dave Hill, sería hoy de haberse cumplido la hipótesis anterior –y a tenor del potencial que demostraba en el primer y, especialmente, en este segundo disco- una figura del status de gigantes como Bruce Dickinson, por citar a uno de su generación. El que crea que esto es una exageración, que escuche con atención “The Unexpected Guest”, y se dará cuenta de que firma una de las actuaciones más grandiosas que se han escuchado en un álbum de clásico heavy rock. Pero tampoco nunca, por más lejos que estuvieran de la popularidad, abandonó a sus Demon, no en vano acabaron siendo casi su proyecto personal, a pesar de que sí llegara a firmar un disco sólo bajo su propio nombre.
Volviendo al disco, y en un intento de descripción para el que no los conozca, podría decirse que promulgaba a la vez una rocosa solidez teñida de oscuridad y dejaba espacio al hard rock –hablando siempre del clásico, setentero- más atractivo, en un resultado que puede considerarse a medio camino de los Black Sabbath del “Headless Cross” (esos que estaban metidos en el heavy clásico de los 80s pero queriendo recuperar la oscuridad inicial) y los Rainbow del “Down To Earth” (ese hard rock más efectista que el de la etapa de Dio y dominado por una voz rockera, en ese caso la de Graham Bonnet), sin que obligatoriamente estas fueran sus referencias (por ejemplo, “The Headless Cross” es un disco años posterior).
El sonido, además, era mejor que la media de las producciones de la época (y espectacular en la edición remasterizada), y la interpretación impecable, destacándose por encima de todo y como se viene diciendo, las voces de Dave Hill.
Para los temas, que podrían ser en muchos casos absolutos clásicos del heavy rock de haber proseguido su suerte popular, repasemos el track list:
1. An Observation
Una intro para situar el ambiente oscuro desde el comienzo del disco.
2. Don’t Break The Circle
Primer tema y primer bombazo, en un corte dinámico y heavy rock de estribillo hímnico, melodías envolventes y pesadas guitarras que han versionado posteriormente varias bandas, siendo especialmente famoso el cover que hicieron Blind Guardian en su “Follow The Blind”.
Repasemos como sonaba muchos años más tarde (2007) y en directo:
3. The Spell
Algo más lento pero igualmente espectacular, un hard rock a medio tiempo de bonito ambiente para poner con excelente resultado lo que puede ser la nota más accesible (y una de las más atractivas)del trabajo. De nuevo excelentes melodías y fenomenal trabajo vocal.
4. Total Possession
Otro hard rock, aquí más rápido, dinámico e inundado de tradición setentera aunque, eso sí, de sonido más pesado, que sigue incidiendo en los ritos y la temática ocultista.
5. Sign Of A Madman
Y en esa línea de hard clásico -más acentuada- en versión oscura y pesada, pero con dosis extra de gancho, otro corte de estribillo memorable. A destacar que hasta aquí todos los temas funcionen perfectamente como singles.
6. Victim Of Fortune
Algo más bajo en cuanto a gancho quizá que los anteriores, pero de impecable trabajo, solos espectaculares y tradicional sonido heavy rock, dando peso a lo aguerrido para dar variedad al disco...
7. Have We Been Here Before
...Antes de que “Have We Been Here Before” rompa con el que es probablemente el single más claro, que sin embargo –o por ello- es un corte más animado y de gusto hard n heavy más ochentero.
8. Strange Institution
Mucho estilo en las guitarras –en todo el disco, aunque destaquémoslo especialmente en esta parte- en el corte más melódico, -una medio balada- de nuevo dominado por unas espectaculares líneas vocales.
9. The Grand Illusion
Uno de los temas más grandes. Heavy en la tradición Priest pero envuelto en maldad, de estribillo memorable y mucho, mucho ambiente misterioso.
10. Beyond The Gates Of Hell
Y otro heavy rock en esta línea, en este caso de ritmo más lento, de los que más pueden recordar al citado “Headless Cross” de Black Sabbath en estilo. Es casi obligación tener que repetirse destacando el trabajo de Dave Hill. Enorme.
11. Deliver Us From Evil
Y para cerrar un tema heavy metal más cercano a los primeros Iron Maiden, muy entretenido y de nuevo con mucho gancho.
miércoles, 16 de julio de 2008
2008 - Alice Cooper - Along Came A Spider
Aunque reconozco haberme contado entre los preocupados por el devenir de este disco, después de que se escucharan comentarios sobre su presunto abandono del camino de vuelta al rock setentero -que había tomado en el último "Dirty Diamonds"- para acercarse al metal emparentable a su anterior "Brutal Planet", lo cierto es que, una vez escuchado, creo que nos podemos sentir satisfechos del trabajo que ha vuelto a conseguir el maestro Alice Cooper.
No(o no sólo) porque esa "metalización" sea sólo en parte y porque siga dominando un estilo más clásico y propio de su rock más tradicional, sino porque -y al margen de que sí se haya incluido a todo esto una atmósfera más oscura y cortes más afilados- el resultado sigue siendo muy interesante, coherente (no en vano se trata de un disco conceptual) pero variado, y con una intachable personalidad.
De eso, a Alice le sobra tanto como de experiencia y de buen hacer musical.
1986 - Slayer - Reign In Blood
Quizá haya que indagar más en el underground americano de mediados de los 80s para encontrar demos o maquetas que se acerquen a esta propuesta, pero parece bastante claro que nadie hasta este disco había presentado en la primera línea del metal un trabajo tan despiadadamente afilado, e incluso que pocos lo han conseguido después, al menos en esencia, por muchos nuevos recursos que haya ido consiguiendo el metal extremo, o por mucho que muchos se hayan querido parecer a Slayer.
Con “Reign In Blood” se daba un paso adelante en casi todos los aspectos hacia los terrenos más incómodos que nunca se habían pisado en la música. El conjunto se reducía a media hora de velocidad vertiginosa que arrastraba hacia el final; las composiciones se centraban en el despliegue insano de riffs del dúo Hanneman-King, sonando más sólido y con más protagonismo que nunca; la producción –por primera vez a cargo de R. Rubin- hacía resaltar con los justos y contados alardes la crudeza general, y a la vez lo hacía con la técnica, especialmente de la batería de D.Lombardo; y las letras se metían de lleno en todos los temas que pudieran resultarle insultantes o blasfemos al público general y especialmente puritano: anticristianismo, torturas, enfermedades, el fin del mundo...
Este último punto les valió más de un quebradero de cabeza (por ejemplo, Columbia se negó a distribuir el álbum), porque aunque hoy día este tipo de temas incluso venden más que los más estándares, en 1986 la cosa estaba todavía muy verde, y las –sí, muchas- bandas que se habían atrevido desde tiempo atrás con letras oscuras lo habían hecho desde una sencilla fascinación por el ocultismo, desde frases más ambiguas, o desde el “terror“ casi cómico o irónico que solía utilizar por ejemplo Ozzy. O eso, o no habían salido de círculos más pequeños. Slayer en cambio se metían en patios que incluso hoy resultan inapropiados, y el claro ejemplo es el tema de los experimentos médicos nazis por conseguir su “raza superior” que tocan en “Angel Of Death” y que les ha valido la ya casi famosa acusación popular de presunto fascismo.
Para acabarlo de rematar, el álbum se presentaba con una portada que resumía estos temas en un collage de escenas inquietantes, y una contraportada de lo más propia del thrash de la época o, lo que es lo mismo, con la foto del grupo haciendo gala de pose descerebrada.
Metidos sólo en lo musical, lo que se hace evidente es que consiguieron un disco muy homogéneo y compacto, en el que sólo el primer y último corte se permitían extenderse en cambios preciosistas y estructuras más complejas (además del acertado sonido de tormenta que se incluyó en “Raining Blood”, que tras una descarga de metal sin más arreglos notorios ni pasajes acústicos o de introducción, consiguió hacer respirar el trabajo justo antes del trallazo final), mientras que todo el cuerpo del disco era un frenético golpe tras otro. El efecto quedó más que conseguido, y puede que en esto radique tanto su fama como su interminable influencia.
Aunque puestos a considerar otros aspectos se nos pueda hacer a algunos más atractivo el conjunto más variado y abierto de “Seasons In The Abyss”, o el ambiente más pesado de “South Of Heaven”, lo cierto es que el peso histórico de “Reign In Blood” es incuestionable, y también lo es que, en la propuesta que escogieron, consiguieron el mejor resultado posible, el que la marcaba más, el que iba más allá.
Habitual en los primeros puestos de todas esas listas de grandes discos que las revistas “especializadas” se encargan de publicar de vez en cuando, estandarte popular del thrash metal y habitual también en los comentarios de cualquier banda de metal extremo a la hora de hablar de sus maestros, merece -aunque ya se haya ido comentando- un repaso a los créditos del track list:
1. "Angel of Death" - (Hanneman)
Entrada brutal con el polémico tema ya comentado. Probablemente el más trabajado del disco y un imprescindible clásico en su repertorio habitual.
2. "Piece By Piece" - (King)
Comienza la lista de puñetazos directos y breves con este tema afilado firmado sólo por K.King.
3. "Necrophobic" - (Hanneman,King)
4. "Altar of Sacrifice" - (Hanneman, King)
5. "Jesus Saves" - (Hanneman,King)
6. "Criminally Insane" - (Hanneman,King)
7. "Reborn" - (Hanneman, King)
8. "Epidemic" - (Hanneman,King)
9. "Postmortem" - (Hanneman)
10. "Raining Blood" - (Hanneman,King)
Un gran cierre poniendo el punto diferencial con una oscura intro de sonido de tormenta y un excelente trabajo de guitarras, sonando más siniestras que nunca con esos primeros riffs doblados. Un tema versionado infinitas veces -algo que siempre denota la influencia que ha ejercido- y que pone nota alta a la rúbrica del trabajo.
martes, 15 de julio de 2008
2008 - Blaze Bayley - The Man Who Would Not Die
Con la boca abierta deben estar todavía los que achacaban el sonido más "soso" de aquellos trabajos que publicó Iron Maiden en la segunda mitad de los 90s a su nuevo cantante, Blaze Bayley, si es que se atrevieron a escuchar como arrancaba su carrera en solitario tras la vuelta de Dickinson a la Doncella.
La razón no es otra que el espectacular y potente sonido que han tenido sus discos desde entonces. "The Man Who Would Not Die", lejos de ser menos, apuesta por el heavy metal más poderoso, a la vez pesado y afilado, con una producción moderna aunque con gusto clásico y su personal voz como seña.
Ahora que parece estar más de moda el metal de este corte -por ejemplo, este mismo año parece estar llamando la atención el último disco de Firewind, con una propuesta en parte similar-, puede que sirva para que muchos lo re-descubran.
Suerte para Blaze.
1976 - Thin Lizzy - Jailbreak
En ese espacio entre los grandes dinosaurios del rock de los primeros setentas y la irrupción de la NWOBHM en el albor de la siguiente década; por encima de las modas, del punk o de las radiofórmulas, pero al mismo tiempo –y no es fácil- respetados al máximo por todos, Thin Lizzy fueron, y en el sentir de muchos seguirán para siempre siendo -por muchos millones de discos más que pueda vender U2- la gran banda irlandesa de la historia de la música. Y más habría que decir. Thin Lizzy fueron y son una de las más reputadas bandas de la historia del Rock.
Es difícil encontrar otro ejemplo de un grupo que suscite buenas críticas de todo el que lo conozca, de uno que se identifique siempre con la calidad, con la clase, con una personalidad y un “feeling” propio y personal. Y todo eso sin que hayan permanecido en los medios más allá de su retirada en los primeros 80s y sin haber representado nada desde entonces para el gran público.
Thin Lizzy fue una banda peculiar en todo, empezando por el hecho de que su santo y seña –el desaparecido Phil Lynott- fuera un negro irlandés hijo de inmigrantes y acabando por su sorprendente ritmo en la publicación de discos, por el tratamiento casi poético de las letras o, por ejemplo, por esas “twin guitars” de las que casi tienen la patente.
Si hay un disco con el que se identifique popularmente a Thin Lizzy y a todas sus peculiaridades ese es “Jailbreak”. El que fuera el trabajo con el que alcanzaron el éxito masivo es la razón evidente (fue su primer álbum en entrar en el Top 10 de las listas de UK, algo que luego repetirían más asiduamente), además de que contuviera el tema que fue su estandarte durante mucho tiempo -“The Boys Are Back In Town”, número 1 en las listas de Irlanda y 8 en las de UK- o de que sirviera para consolidar definitivamente un estilo que venían definiendo desde el principio de los 70s y que había escalado su último paso con el anterior “Fighting”, en buena parte gracias al asentamiento de la fenomenal pareja de guitarras que formaban Scott Gorham y Brian Robertson. Es posible encontrar guitarras más técnicos, pero difícilmente se pueden encontrar dos guitarras que evidencien tanto entendimiento.
“Jailbreak”, además y para redondear su legado, se mostraba maduro, suficientemente atractivo en melodías para el público, suficientemente experimental para los oídos más selectos, suficientemente abierto para hacerse variado y adictivo, e impecable en la interpretación.
Para entonces, Lynott ya ejercía un liderazgo que se había ido ganando con el tiempo y dominaba absolutamente la composición, además de encargarse de conducir cada tema desde el bajo y darle ese carisma personal con su inconfundible timbre grave y su relajado estilo vocal. En esos años su figura se había ido agigantando y había quien le quería considerar, a medio camino entre el sarcasmo y la descripción, como el Bruce Springsteen Negro. El enorme talento y estado de inspiración que demostró en “Jailbreak” acabó con cualquier asomo de crítica y lo alzó para esa misma crítica a la categoría de ”poeta del rock”. La vida no había sido fácil para Lynott –ni lo siguió siendo, recordemos que murió en 1986 por su adicción a las drogas y ya con sus Thin Lizzy retirados- y sus letras se inundaban de esa problemática social, muchas veces entrelazada con bonitas historias de amor y desamor.
De todo eso y mucho más hay en “Jailbreak”, por lo que merece un despiece:
1. "Jailbreak" (Lynott) – 4:01
Uno de esos cortes no solían ser muy habituales, pero en los que siempre conseguían resultados fabulosos: un hard rock que hoy asociaríamos a la tradición más AC/DC si no fuera porque cuando fue escrito AC/DC no eran más que unos novatos. El punto diferencial lo ponen las líneas vocales de Lynott, que cantan una noche de “ligues” desde su particular y ambiguo punto de vista.
2. "Angel from the Coast"(Lynott, Brian Robertson) – 3:03
Enorme trabajo de guitarras y sobresaliente también de la batería de Brian Downey, que se hace aquí más que presente, en un tema dinámico, técnico, afilado, y a la vez sutil.
3. "Running Back"(Lynott) – 3:13
Cambio hacia el sonido más radiable en “Running Back”, un tema que sin embargo lejos de irse hacia lo más fácil consigue hacer de lo más “fácil“ algo sencillamente mágico. La nostalgia hecha música en un medio tiempo que es difícil sacar de la cabeza.
4. "Romeo and the Lonely Girl"(Lynott) – 3:55
Más melodía “accesible”, con una especialmente brillante actuación vocal de Lynott.
5. "Warriors" (Lynott, Scott Gorham) – 4:09
Y vuelta al hard rock, aquí en su versión más potente, con S. Gorham apabullando a base de buenos riffs y B.Robertson maravillando con el pedal del wah-wah.
6. "The Boys Are Back in Town" (Lynott)– 4:27
El single comentado anteriormente, reconocible de inmediato por su famoso estribillo y sus todavía más famosas guitarras.
7. "Fight or Fall" (Lynott)– 3:45
Otro medio tiempo de gusto melódico en la tradición Thin Lizzy.
8. "Cowboy Song" (Lynott, Brian Downey) - 5:16
Y uno más con entrada lenta y progresiva intensificación, de nuevo de fuerte carga nostálgica y una letra de lo más conseguida.
9. "Emerald" (Gorham, Downey, Robertson, Lynott) – 4:03
Por último, el corte que da rienda suelta a la otra influencia (a parte del hard rock y el rock más melódico, por supuesto) de Thin Lizzy, la tradición irlandesa. Algo de folk entonces para añadir a otro rock fibroso y final a lo grande de un disco enorme.
viernes, 11 de julio de 2008
1983 - Black Sabbath - Born Again
Si existe un disco realmente “maldito” en la historia de la primera línea del hard rock/metal ése es precisamente “Born Again”. Olvidado dentro de la discografía de Black Sabbath, tradicionalmente criticado negativamente por quien lo considera, rechazado por sus mismos autores y rodeado por todo tipo de rumores, leyendas y hechos curiosos que van desde los comentarios sobre el supuesto numeroso material que no se llegó a grabar para su publicación hasta la participación y posterior enfado con el resultado de Ian Gillan.
Dejando de banda los prejuicios negativos y las reivindicaciones “porque sí”, el primer dato importante a decir como carta de presentación de “Born Again” es claro: la marcha de Dio era un golpe duro que había que cubrir y el fichaje del cantante clásico de Deep Purple para encargarse de las voces (recordemos que esto sucede años antes de la reunión de los púrpura) era una baza más que llamativa casi morbosa que podía generar mucha expectación. Además, el disco suponía también la vuelta de Bill Ward a la batería, con lo que se reformaba la sección rítmica original del grupo, y se realimentaba con su participación –no sólo con su manera de tocar, sino con su importancia en la composición participando en siete de los temas- el sonido perdido y más oscuro de su primera época.
Con unas credenciales tan llamativas y prometedoras ¿qué pasó para que la cosa no funcionara ni en público -ya que aunque sí que tuvo entradas considerables en ventas, no siguió respondiendo en adelante como podría esperarse- ni en crítica?
Para empezar, no hace falta una escucha muy atenta para darse cuenta de que la producción es el primer punto polémico.
“Cruda”, “falta de recursos”... muchos son los calificativos que se le han aplicado, y si bien podemos apostar porque este déficit pudiera ser algo al menos en parte pretendido en busca de reforzar el carácter más “tétrico” o “maligno” del disco, e incluso decir (si no somos muy elitistas con este punto) que le da un ambiente especial y hasta interesante al sonido del conjunto instrumental, sí que no parece tampoco descabellado afirmar –comparando como suena Gillan aquí y en sus Deep Purple- que a la parte vocal no le sienta tan bien. Por lo menos, que Gillan no supo (o no quiso) adaptarse a estos terrenos tan bien como lo hace en otros. El esfuerzo por incluir esa “desquiciada maldad” o esa “oscuridad” entre sus valores parece claro por la manera de cantar en algunos cortes (“Disturbing The Priest” es la mejor muestra), pero aún contando con esto, quizá –y entrando en el terreno de la especulación- un tipo de su reputación hubiera preferido una producción que le dejara más en primera línea, algunos arreglos, unas voces dobladas...
El mismo Ian Gillan llegó a decir que aunque en principio le gustaban los temas había quedado muy insatisfecho de la mezcla final, que no se sentía a gusto cantando los temas de la etapa de Ozzy y que él mismo había sido peor cantante que había tenido nunca Black Sabbath, además de escupir pestes sobre la portada que, por cierto, no hace otra cosa sino insistir en ese carácter oscuro e infraproducido. Por supuesto y como es sabido, no permaneció en la banda más allá de este año.
Así las cosas, parece que esta intención de volver a los postulados de su primera época (para confirmarla todavía más sólo hay que mencionar también los clásicos efectos lúgubres de guitarra o bajo salpicando el trabajo) no acabó de funcionar desde el mismo seno del grupo. La caída que vino en los años siguientes hasta que por fin se encauzó otra etapa estable con T. Martin a las voces no hace más que contribuir al desecho por parte de la crítica de los años centrales del grupo en los 80s.
Entonces ¿el resultado es tan malo? Se puede decir que la vuelta de tuerca respecto a lo inmediatamente anterior fue demasiado grande para que fuera bien acogida o que algunas cosas podrían haberse hecho mejor (el tema vocal que se comentaba, por ejemplo), pero en conjunto, la respuesta debería ser: no.
El disco es en definitiva un trabajo de notable regularidad (quizá sin algún corte que sobresalga, factor que quizá sea el que lleva a que no se suela a utilizar nada suyo en el repertorio habitual), y rezuma el estilo clásico de los primeros años de la banda, habitualmente tan alabados y de tan reconocida influencia, incluso llevándolos más allá. Abordado sin miedos, es un disco que puede gustar no sólo a los seguidores de los Sabbath sino a cualquier degustador del heavy rock más añejo en general. A el que le pueda especialmente el gusto por lo más oscuro, le puede parecer incluso una joya, y es otra visión perfectamente válida.
miércoles, 9 de julio de 2008
1979 - Whitesnake - Lovehunter
El principio del gran éxito de uno de los nombres de mayor reputación en la historia del Hard Rock. Eso sería lo primero a decir sobre “Lovehunter”, si no fuera porque –al margen de la relevancia histórica- es además un disco excelente. Cercano y elegante, pesado cuando conviene pero recubierto de terciopelo. ¿El artífice? David Coverdale.
Tras el final de Deep Purple y sus primeros discos en solitario, Coverdale creó, siguiendo los pasos de Ritchie Blackmore y sus Rainbow, a su “serpiente blanca” para que se convirtiera en un gigante con validez por sí mismo. Y después de los meritorios primeros atisbos de la nueva formación, “Lovehunter” asentó lo suficiente y tanto el nombre de Whitesnake como banda, como para que fuera visto como una alternativa sólida a aquel mismísimo y comentado final de los Purple. Prueba de ello es que las colaboraciones de sus compañeros “púrpura” John Lord y Ian Paice –que se estrenó en Whitesnake para la gira de este disco- se vieran consolidadas de interés mutuo en la membresía a largo tiempo de la banda.
De la misma manera, “Lovehunter” conseguía lanzar el nombre de Whitesnake también en lo popular (entraba por primera vez con fuerza en el Top 100 UK, en el número 29, y sus próximos seis discos –siete contando un directo- ya no bajarían del número 10 ni de la certificación oro), y tras su gira, que se recoge en parte en “Live...In The Heart Of The City”, la serpiente blanca se encontraba ya en competencia directa –y con una rivalidad que atestiguan entrevistas y panfletos de la época- con la otra banda salida de la ruptura de Deep Purple -otra vez los Rainbow de R. Blackmore- por el trono de la gran banda británica de rock duro que, en los años del ocaso de los grandes dinosaurios –también los Led Zeppelin estaban de capa caída y en sus últimos momentos- tenía que ser para alguno de los hijos del Púrpura Profundo.
Más allá del momento, y de la herencia de su banda madre, a Whitesnake (a Coverdale habría que decir) hay que sumarle el mérito de mantener vivo su proyecto más allá de ese punto, y de saber reciclarse cuando entrados los 80s pasó el momento del clásico hard rock y se abrió la puerta del sonido más festivo y metalero, sabiendo entonces también triunfar, ésta vez incluso en los USA.
Pero sin adelantar acontecimientos, los Whitesnake de 1979 eran todavía la máxima expresión del hard rock de orientación blues más elegante, y rezumaban con fuerza ese aire especial de los “gentlemen” del hard rock que tanto cuesta encontrar fuera de algunas pocas bandas de su misma generación como UFO o Thin Lizzy.
De esa manera, “Lovehunter” se alza como un disco ya con un estilo asentado, sólido y compensado en un listado de temas que bien pueden recurrir al hard rock afilado o al blues más arrastrado sin perder sus señas de identidad. De excelente interpretación, destaca especialmente el papel de las guitarras de Micky Moody y Bernie Marsden –una de las grandes parejas del hard rock-, que se doblan constantemente en todo tipo de juegos. aprovechando el protagonismo rítmico del soberbio bajo de Neil Murray. El resto del equipo, por supuesto, impecable. Dave Dowle desplega incontables matices y John Lord –aunque aquí en un papel más secundario que en el gigante que fundó- deja ver sus cualidades. Sobre la voz de Coverdale poco hay que decir que no se haya dicho. Personalmente, creo que fue precisamente éste –“Lovehunter”/”Ready An Willing”- su mejor momento vocal, y que desde los tonos más altos de los temas más duros hasta los “amorosos” susurros marca de la casa (¿existe alguien más capaz de hacer esto y que quede elegante?) hace una auténtica exhibición.
Los temas:
1. "Long Way from Home" (David Coverdale) – 4:56
Espectacular inicio con un brillante y dinámico corte de rock clásico con adictivas melodías y estribillo matador. Absoluto clásico de su repertorio.
2. "Walking in the Shadow of the Blues" (Coverdale, Bernie Marsden) – 4:24
Otro de los más conocidos temas del disco y de su repertorio, en forma de medio tiempo pesado y potente, aunque se trate en esencia de un blues que, además, hace toda una apología del género desde la letra.
3. "Help Me Thro' the Day" (Leon Russell) – 4:39
Otro blues rock, aquí lento y arrastrado, ensalzado por el buen hacer de Coverdale a las voces, para hacer respirar al disco en este punto.
4. "Medicine Man" (Coverdale) – 3:59
Y de vuelta al medio tiempo más sólido, esta vez con un enfoque –sin salir de la elegancia- más divertido y contagioso. Un tema 100% Coverdale: “I’m Your Medicine Man, Your Doctor Of Love...”
5. "You 'n' Me" (Coverdale, Marsden) – 3:30
Las primera de las dos piezas de ese rock’n roll heredero de Deep Purple, rápido, con un pie puesto en el heavy rock, que Coverdale ha utilizado tanto en su carrera, aquí con un resultado muy dinámico y un marcado estribillo.
6. "Mean Business" (Coverdale, Micky Moody, Marsden, Neil Murray, Jon Lord, Dave Dowle) – 3:48
E immediatamente la segunda, de más acentuado caracter afilado y potente, e igualmente muy coneguida. Un tema de los que se animan a cualquiera, dando variedad al trabajo.
7. "Love Hunter" (Coverdale, Moody, Marsden) – 5:39
Un divertido medio tiempo llevado por unas tan llamativas como entretenidas lineas de bajo, bonito trabajo de guitarras y un estribillo coreable muy en la línea del rock más añejo.
8. "Outlaw" (Coverdale, Marsden, Lord) – 4:03
Probablemente el corte más preciosista del disco, con un enorme protagonismo de las guitarras dobladas, que se lucen aquí todos sus recursos. Para no perdérselo, impresionante.
9. "Rock 'N' Roll Women" (Coverdale, Moody) – 4:45
De nuevo un rock n roll, aunque esta vez en su versión más clásica –la de los 50’s-, para animar el tramo final antes del cierre.
10. "We Wish You Well" (Coverdale) – 1:34
Y el cierre con una breve pero bonita balada (en su formato más estándar, es prácticamente en único corte que no está impregnado de blues/rock’n roll) en la que Coverdale nos despide con sus mejores formas y como mejor sabe, cantando como pocos.
2008 - Glenn Hughes - First Underground Nuclear Kitchen
"F.U.N.K." abreviando el largo título del disco, y funk en su sonido. Añadamos a eso algo de soul, un poco de rhythm and blues y unas partes de rock pesado. Para adornar, pongamos unos curiosos arreglos de viento, una interpretación fabulosa de todo el equipo, y hasta la sombra de Stevie Wonder planeando sobre el conjunto en forma de influencia en algunas melodías y líneas vocales.
El resultado es el nuevo trabajo del veterano Glenn Hughes, al que muchos reconocerán por haber formado parte de bandas tan insignes como Deep Purple y Black Sabbath, además de leyendas como Trapeze y todo tipo de proyectos más o menos personales (entre los últimos la memorable alianza con T.Iommi) desde hace más de tres décadas.
A pesar del tiempo, eso sí, sigue luciendo su voz rockera de una forma maravillosa. Y su nombre en los créditos es un seguro de calidad. Un disco para escuchar con atención.
2008 - H.E.A.T. - HEAT
Nostálgicos de la fiesta, del glamour, de la macarrería, de los cardados, o del hard rock de los 80's en general: mirad hacia el norte. De Suecia vienen llegando estos últimos años más y más bandas que enarbolan el revival de aquella generación como bandera, e igual que en los anteriores tuvimos a Loud And Nasty, Crashdiet o a Crazy Lixx, este año nos llega el debut de H.E.A.T.
Y de nuevo se trata de un debut llamativo, de ideas claras, repleto de potenciales singles. Eso sí, esta vez parece que no tendremos el debate que acompaña a algunas discusiones sobre esos tres contemporáneos paisanos. H.E.A.T. no presenta una única influencia dominante de algún estandarte de los gloriosos 80's (ni RATT, ni Mötley Crüe, ni Skid Row, por seguir con el paralelismo de los otros tres), sino que se sumerge en el sonido más brillante y accesible del hard rock melódico de entonces (sí, esta vez no va la cosa de sleazy ni de macarrería) a base de pizcas de aquí y de allá y recursos genéricos pero efectivos. ¿Coros pegajosos? Muchos ¿Aquel sonido de teclados? También ¿Un poco de Bon Jovi? Claro ¿De Mr. Big? Puede ¿Y de Europe? Por supuesto, que para eso son de la misma tierra.
¿Y en conjunto? Un disco entretenido a más no poder, varios temas que bien podrían haber sido singles de máximo éxito de haberse publicado en 1986, y un conjunto bien hecho y bien producido de principio a fin. Las pretensiones están claras, aquí no se busca la originalidad, sino el efectismo de aquellos sonidos. Conseguido, entonces. Y de lejos.
Y de nuevo se trata de un debut llamativo, de ideas claras, repleto de potenciales singles. Eso sí, esta vez parece que no tendremos el debate que acompaña a algunas discusiones sobre esos tres contemporáneos paisanos. H.E.A.T. no presenta una única influencia dominante de algún estandarte de los gloriosos 80's (ni RATT, ni Mötley Crüe, ni Skid Row, por seguir con el paralelismo de los otros tres), sino que se sumerge en el sonido más brillante y accesible del hard rock melódico de entonces (sí, esta vez no va la cosa de sleazy ni de macarrería) a base de pizcas de aquí y de allá y recursos genéricos pero efectivos. ¿Coros pegajosos? Muchos ¿Aquel sonido de teclados? También ¿Un poco de Bon Jovi? Claro ¿De Mr. Big? Puede ¿Y de Europe? Por supuesto, que para eso son de la misma tierra.
¿Y en conjunto? Un disco entretenido a más no poder, varios temas que bien podrían haber sido singles de máximo éxito de haberse publicado en 1986, y un conjunto bien hecho y bien producido de principio a fin. Las pretensiones están claras, aquí no se busca la originalidad, sino el efectismo de aquellos sonidos. Conseguido, entonces. Y de lejos.
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lunes, 7 de julio de 2008
1972 - Blue Öyster Cult - Blue Öyster Cult
Mientras que en Europa (en Gran Bretaña, concretamente) encontramos a los pioneros del heavy rock en el cambio de década 60s-70s, e identificamos esos momentos con Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple, Uriah Heep y demás, el terreno de los USA en la época tiende a verse como menos apropiado a estos sonidos, al menos hasta más avanzada la década de los 70s.
Sin embargo, en aquel momento también se cocía el cambio hacia los sonidos más duros y oscuros, y a parte de aquella generación de la que salieron los Stooges o MC5 (y que indudablemente tuvieron su influencia pero acostumbramos más a encasillar en el rock psicodélico más pasado de vueltas que en algo relacionado con el Metal) podemos encontrar a unos tipos con una propuesta original y relacionable con la de la famosa y contemporanea generación británica.
Esos tipos tuvieron diferentes nombres de formación, pero acabaron asentándose con uno que hoy es toda una leyenda del rock en aquel continente. Los que serían Blue Öyster Cult se formaron en 1967 y para 1968, ni más ni menos, tenían bajo el brazo todo un conjunto de temas para grabar que pueden ser los primeros del hard/heavy rock en aquel continente.
Los problemas con las discográficas y el apoyo a su propuesta hicieron que su primer LP no saliera a la luz hasta 1972, así que su repertorio tuvo tiempo de crecer y para entonces tuvieron material de enorme calidad para publicar su debut homónimo.
Para hablar de aquel disco hay que empezar diciendo que el sonido original no hizo justicia ni de lejos al potencial que tenían entre manos (algo que tampoco es de extrañar, ya que lo “raro” es que Black Sabbath sonara como sonaba recién comenzados los 70s), ya que no conseguía plasmar en gran medida la potencia y oscuridad que tenían en directo, terreno donde estos señores se podían presentar ya por aquel lejano entonces con tres guitarras. Pongámonos en la piel de aquellos años, y nos podemos imaginar la sensación que debían causar.
A pesar de todo (y de unos problemas, los de sonido, que podemos obviar escuchando la versión remasterizada), este debut les valió ya en su momento para girar con los archiconocidos Byrds y el maestro Alice Cooper.
Excéntricos y abiertos a cualquier sonoridad y experimentación -algo que demuestra su larga y compleja discografía hasta hoy día, capaz de integrar todo tipo de estilos e influencias, ya sean progresivas, psicodelia, pop o metal, incluso en un mismo disco o en un mismo tema- fueron también pioneros –aunque de nuevo haya que citar a Black Sabbath- en la temática ocultista y (aquí sí) la de ciencia ficción. Sobre su conocida diversidad hay que decir que fue a partir de su tercer disco, el mencionado “Secret Teatries” que abrieron los brazos más ampliamente, mientras que sus dos primeros –por supuesto, contando éste- son dos trabajos más homogéneos de un muy personal rock duro (especialmente duro el heavy “Tyranny And Mutation”, más recomendado para seguidores “Sabbáticos”) marca de la casa.
Éste primero, además, respira un ambiente distinto y muy conseguido –a la vez oscuro e intimista, clásico y diferente-, manteniendo el interés en todo el álbum y exhibiendo las capacidad de composición e interpretación de sus miembros. Entremos pues en el disco, con algunos de los primeros clásicos de la banda: "Cities on Flame with Rock and Roll" (el tema donde consiguen mejor el sonido denso y potente), la dinámica y preciosa "Stairway to the Stars," o la lisérgica "Then Came the Last Days of May".
1."Transmaniacon MC" (Sandy Pearlman, Donald Roeser, Eric Bloom) – 3:21
Un hard rock de sonido añejo, teclados “purpleianos” incluídos, para comenzar. Un bonito tema que ya presenta las personales línias vocales y la exhuberancia instrumental que dominará el disco.
2."I'm on the Lamb But I Ain't No Sheep" (Pearlman, Albert Bouchard, Bloom) – 3:10
Tema que volverían a utilizar en su siguiente disco, acelerando tempo y dando mayor peso a las guitarras bajo el nombre de “The Red And The Black” –un clásico de su repertorio en esa versión más potente-, otra composición del rock más fibroso con unas melodías interesantes.
3."Then Came the Last Days of May" (Roeser) – 3:31
Un tema lento de ambiente lisérgico heredero tanto de la psicodelia como de los Led Zeppelin de la época, teñido de un velo oscuro que da el elemento diferencial.
4."Stairway to the Stars" (Richard Meltzer, A. Bouchard, Roeser) – 3:43
Uno de los temas estrella del disco, que lejos de los terrenos de la famosa balada de los Zeppelin que parece homenajear por el título, se decanta por un muy dinámico hard rock movido por una sección rítimica de rico trabajo y unos pianos en el estilo del clásico rock’n roll, añadidos a un riff sencillo pero efectivo, bonitos solos y un estribillo para la memoria.
5."Before the Kiss, a Redcap" (Pearlman, Murray Krugman, Allen Lanier, Roeser) – 4:59
Un hard rock con gran peso de las guitarras y brillante final antes de comenzar la parte más oscura y “quieta” del disco.
6."Screams" (Joe Bouchard) – 3:10
Y ahora sí, retomamos la lisergia con el tema más oscuro del disco, de conseguidísimo ambiente, atractivas melodías y final enganchando al inicio del siguiente.
7."She's as Beautiful as a Foot" (Meltzer, A. Bouchard, Lanier) – 2:58
Que sigue con el punto psicodélico para este otro rock, de excéntrica letra, tempo algo más lento todavía que “Screams”, y ambiente misterioso.
8."Cities on Flame with Rock and Roll" (Pearlman, Roeser, A. Bouchard) – 4:03
Volvemos al rock más pesado con “Cities On Flame With Rock And Roll”. El colosal himno que se ha convertido con el tiempo en uno de los temas más conocidos del álbum, de todo el repertorio de Blue Öster Cult, y del hard rock americano en general. El tema más pesado del trabajo, aguantado sobre un rocoso riff, con efusividad guitarrera y reivindicación rockera en las letras. Precisamente lo más heavy metal que se podía escuchar entonces junto a lo que firmaban los de Ozzy y T.Iommi.
9."Workshop of the Telescopes" (Pearlman, A. Bouchard, Roeser, Lanier, J. Bouchard, Bloom) – 4:01
De nuevo misterio, el habitual aire intimista, y el velo oscuro en las melodías para un rock de tradición clásica y bonito trabajo en la guiitarra, que es también un habitual de su repertorio.
10."Redeemed" (Pearlman, Harry Farcas, A. Bouchard, Lanier) – 4:01
Y para cerrar el tema de mayor gusto acústico, de melodías cercanas a una balada de rock clásico más convencional, aunque de tempo más dinámico. Una bonita forma –con el punto más ligero- de concluir el disco.
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