Llegó nada más empezar, pero para muchos el gran acontecimiento de la década será la vuelta al metal –a “su” metal, y por todo lo alto- de Halford. Nos hemos vuelto a acostumbrar a verle entre cuero y tachas e incluso al frente de Judas Priest, pero hay que recordar que no siempre fue así, y que en un momento dado, “Resurrection” supuso la más grande ilusión posible para gran parte de la “parroquia” –y nunca mejor dicho- metalera de siempre.
“El disco que Halford nunca llegó a grabar con Judas Priest”, “el verdadero sucesor de Painkiller”, o hasta “¿el mejor disco de ‘Judas Priest’?” fueron comentarios habituales en el 2000, convirtiéndose el Metal God de nuevo en referencia mediática dentro de un panorama en el que sólo se le pudo comparar en importancia la noticia del disco de la vuelta de Dickinson a Iron Maiden.
Sí, el gigante ausente buena parte de los 90s, Judas Priest, ya había reencauzado su carrera sin él, pero pocos habían aceptado esa evolución (¿sustituir al “Dios”? ¿Priest sonando “actualizados”?) y el regreso de Halford a sus raíces (¿quién quiso acordarse de que en su “evolución” hasta ese punto se había ido mucho más lejos que los propios Priest?) fue algo así como la vuelta del hijo pródigo y a la vez una colleja a sus ex compañeros.
Todo se olvida pronto, y todos teníamos ganas de volver a escucharle escupir los tópicos de siempre entre riffs afilados como cuchillas. Él sabía lo que le convenía y dejó claro que había “resucitado” de nuevo el espíritu de Priest. Nada de medias tintas, “Resurrection” era premeditadamente “el disco de Judas Priest”, y consiguió con él uno de los mejores resultados posibles para un trabajo que pretenda moverse en esos parámetros del heavy metal. Efectivo, directo, potente, y sólo algún guiño más melódico y denso que apuntaría para donde de verdad le apetecía tirar y que, por otro lado, con el siguiente “Crucible” se nos enseñó como una línea interesante –si bien no tan “segura” para el público- que de momento parece haber quedado cortada.
Pero el primer paso estaba dado y las cosas empezaron a girar como todo el mundo esperaba y la mayoría deseaban: pronto se dijo que con Halford en ese camino no tenían sentido “dos versiones diferentes de Judas Priest”, que Halford quería voler a su cuna y finalmente... que estaba hecho: Judas Priest reunidos y dispuestos a hacer como si nada hubiera pasado en una década. Especulaciones sobre los intereses del evento al margen, su nueva carrera ha acabado demostrando, afortunadamente, que la cosa iba en serio y que podían volver a sentirse tan fuertes como equipo para incluso probar caminos nuevos y más complicados en todos los sentidos.
No hay duda, el pistoletazo de salida lo puso el Metal God con su resurrección, secundado con el gran trabajo en la producción de Roy Z (que también firma la composición de hasta 8 temas junto al protagonista del disco) y a los instrumentos (y también ayudando en la composición) de P.Lachman, M.Chlasciak y B.Jarzombek.
Incluso muchos dirán hoy que ese pistoletazo fue en definitiva el disparo más afortunado que se ha dado desde entonces. Para el que se quedara colgado desde “Painkiller”, para el que buscara viejas sensaciones o, en definitiva, si lo que se quiere es heavy metal, poco más se puede pedir: uno de los discos de la década.
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3 comentarios:
este si que es probablemente el mejor disco de la década
"Resurrection" sin duda alguna, es un disco que podría haber salido bajo el nombre de "Judas Priest" y a nadie nos hubiese extrañado.
Heavy metal clásico, del de toda la vida, sin concesión, directo... No hay duda de que el "Metal God" sabía lo que quería, que no era ni más ni menos que lo que mejor sabe hacer: heavy metal.
Pero claro, esto no es "Judas Priest" y eso se nota. Halford es Halford, a sus cuarenta y tantos que tendría en esta época y canta como... 'siempre' pero el resto de la banda la veo un par de peldaños por debajo del resto del sacerdote, sobretodo en las guitarras, en algunas momentos (pocos pero los hay) son demasiado sosas.
Otro punto a comentar son los tres penúltimos temas ('Twist', 'Temptation', 'Drive') que se salen de ese heavy clásico que nos iba trayendo todo el disco, y se acerca más al metal moderno que corría por esos tiempo (nu metal, alternativo, ... como querais llamarlo) y para mi supone un 'bache' notable en el disco.
No seré yo quien diga que este disco es malo, pero si digo que, para mi, este disco no llega al sobresaliente, se queda en notable. Quizás si estuviesen los tres cerebros del sacerdote al mando de este proyecto, quizás estaríamos hablando de un clásico de por vida, pero claro, esto ya es especular :P
Puede ser mi fanatismo por "Judas Priest el que me haga ver este disco desde este punto de vista, no lo se, pero en tal caso, si es un muy buen disco.
Por último decir, que el asunto cronológico del disco no lo pude asimilar de primera mano (demasiado joven soy) y no veo de primera mano esa "resurrección" que tanto se esperaba por entonces.
Un saludo, Mr. X
Un comentario interesante. Efectivamente, en el disco se hacen notar algunos temas que anuncian el estilo del siguiente "Crucible" y que destacan por diferenciarse en estilo.
No es algo que a mí me moleste, incluso me parece que le da variedad, pero entiendo perfectamente que se pueda ver como un punto negativo si lo que se busca es el metal más "Priestish" de todo la vida.
En cuanto al trabajo con los instrumentos, a mí me parece fantástico, eso sí -y por aquí también entiendo perfectamente tu otra observación-, entendiendo que están en el disco para interpretar unos temas hechos para el lucimiento de Halford.
Por decirlo de una manera un tanto exagerada, en un disco que firma el cantante no se pretenden exhibiciones de guitarra, y esto, claro está, nos resta los momentos de juegos guitarreros respecto a un "disco Priest".
Sin embargo, ya digo, encajan tal como están en la propuesta y consiguen, creo, la sensación de que no sobra ni falta de nada.
Por cierto, un placer recibir comentarios de este tipo, a ver si más gente se anima a comentar los discos de esta manera. :)
Un saludo!
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