Toda una vida dedicado por completo a Black Sabbath hasta que empezó la década, y eso es todo un récord de longevidad hablando de un veterano como T.Iommi.
Sí, lo cierto es que el que es probablemente uno de los guitarristas más influyentes de la historia del rock duro (y del rock en general) ya había intentado publicar bajo su propio nombre cuando su banda estuvo casi deshecha, pero siempre acabó aceptando su trabajo como un sinónimo de ella.
Que Ozzy se quedara con los derechos del viejo nombre y con su vuelta (la de la formación original) aparcara -por lo menos en el estudio- la actividad del grupo, pudo ser el detonante que necesitaba Tony para seguir explorando su propio camino.
El caso es que ya, y por fin, en 2000 T.Iommi probaba suerte como simplemente “IOMMI” en un disco de colaboraciones con notables estrellas de las escena rock, y poco tiempo después se decidía –algo tuvo que decirle que era “su momento”- a recuperar el viejo material que en 1996 había grabado con Glenn Hughes y que nunca había visto la luz oficialmente.
La buena acogida de este trabajo fue el germen de, ahora sí, un álbum preparado a conciencia y desde el principio para la ocasión: Tony Iommi y Glenn Hughes presentaron una de las obras más destacadas de estos años, “Fused”. Como mínimo, el disco recuperó las esperanzas de los que daban por perdida la posibilidad de volver a escuchar más discos “grandes” de “Black Sabbath” (entendamos, de su característico sonido guitarrero) y establecía otra cima en la carrera de estos dos grandes veteranos del rock. Si algo pudo quedar de esto como poco positivo fue el que no se llegara a confirmar una intención de que el proyecto viviera a más largo plazo. Eso sí, con Iommi lanzado, no hemos tenido que esperar mucho para ver como –algunos directos con los Black Sabbath de Ozzy mediante- comenzaba otra nueva esperanza llamada Heaven And Hell.
Pero más allá de lo atractivo del posterior camino con Dio y compañía, “Fused” hizo méritos para requerir atención por sí solo. Grabado con T.Iommi a la guitarra, G.Hughes (y con ésta ya son muchas las veces que el guitarrista de Birminghan ha recurrido a la “Voz del Rock”) a las voces y el bajo, y el músico de sesión K. Aronoff (habitual de grabaciones con Elton John o Bob Seger) a la batería; y producido por Bob Marlette (que también añade teclados y bajo a algunos cortes) en los Monnow Valley Studios de Gales, el disco destacó enormemente por exhibir el que ya muchos consideran como el más afortunado despliegue de riffs -y trabajo de guitarra en general- que haya hecho esta estrella desde hace décadas.
El sonido claro, denso y potente que permite apreciar todo con perfecta nitidez, y el añadido que supone la espectacular voz rockera de Hughes realzaron además un álbum que dio algunos temas –“Dopamine” o la mastodóntica “I Go Insane”, destacando algunos- para la más alta lista de himnos de la década.
¿Futuro clásico? Seguro, si no lo es ya.
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