A vista de la acogida y tratamiento mediático que están teniendo el nuevo disco de AC/DC y su gira posterior, se puede decir que por fin la banda australiana ha entrado en ese selecto grupo de músicos que el público más elitista en general –no estamos hablando especialmente de público rockero- acepta y respeta como incuestionables leyendas –los haya seguido en su carrera o no- y transmite su eco a la opinión pública. Ese grupo al que pertenecen todas aquellas bandas de indiferente género o condición a las que “queda bien” decir que se ha ido a ver o de las que incluso un “famoso” puede presumir con una camiseta, ese grupo al que hace tiempo pertenecen unos U2 o unos Rolling Stones.
No confundamos las cosas: que AC/DC merecen un reconocimiento así es incuestionable, como lo es el que éste y cualquier lanzamiento suyo es un gran evento para el mundo del rock en general, pero lo curioso del caso es que todo esto les haya llegado ahora, cuando musicalmente su aporte parece a muchos más bien “limitado”, o si lo preferimos decir así, cuando sus seguidores de siempre están sintiendo que sus últimos discos son quizá los menos “celebrables”. ¿Acaso sus méritos no se habían acumulado ya a principios de los 80s? Sí, pero entonces, ¿por qué durante gran parte de los 80s y otra de los 90s estuvieron considerados como una banda acabada por una mayoría de los rockeros y unos ya olvidados para los oyentes en general? Y a partir de aquí ¿qué es lo que han hecho en los últimos años que relanzara su estatus, si pocos de los que los han seguido siempre se atreverían a decir que los únicos dos discos que han lanzado en esta década son “mejores”, por ejemplo, que sus tan denostados trabajos de los 80s?
Sea como sea, parece claro que la respuesta a todo esto escapa de lo puramente musical, así que sin salirnos del tiesto nos podemos quedar con una conclusión positiva y mucho menos rebuscada: “más vale tarde que nunca”. Desde luego, no nos vamos a quejar de que hayan obtenido una imagen que se ganaron hace tiempo a pulso y tampoco de que hoy día, extraño fenómeno a estas alturas, “Black Ice” corone las listas de ventas de todo el mundo junto a otros discos rockeros del año (llámense “Chinese Democracy” o “Death Magnetic” y sean como sean), si esto vuelve a poner a tan amado género en el candelero.
Pero por muy sentido que pueda ser esto, y por mucho que se les admire y se reconozca que la fórmula con la que han vuelto a hacer su nuevo álbum es “la suya“ y que sigue funcionando, muchos de los que lo han escuchado, más que por la moda, con la motivación y el bagaje que se arrastra de su carrera están coincidiendo en señalar un conjunto demasiado largo para las ideas y las diferencias que exhibe, o la falta de alguno de los bombazos que han acostumbrado a salpicar sus discos. Eso sí, quien disfrute de AC/DC, por supuesto y pesar de que se pueda encontrar en mayor o menor medida con alguna de esta sensaciones, disfrutará también de “Black Ice”. De momento, ya es el disco con mejor entrada y posición en las listas internacionales toda de su larga carrera (sí, más que “Back In Black” o que cualquier otro ¿qué decía antes?) y en poco tiempo ya ha superado en ventas a todo lo publicado desde “The Razors Edge”. A ver hasta dónde llega.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario