Puede resultar curioso, pero hay casos en los que a medida que un grupo crece y se hace más y más veterano resulta cada vez más difícil de juzgar. En lugar de presentarse como algo más fácil de catalogar, la cantidad de sensaciones que cualquiera ha acumulado a lo largo de la experiencia en su escucha se mezcla con las nuevas y lleva engrandecer cualquier aspecto, sea éste la decepción o la ciega alabanza de sus valores.
El caso de los actuales Maiden promete traernos una buena ración de los dos, y mientras haya quien opine que el nuevo trabajo suena “poco fresco” o que muestra un conjunto poco espectacular, modestamente homogéneo y falto de “hits”, seguro que tampoco faltará el que destaque la virtud que representa el que siga esa interesante evolución de los últimos tiempos en el lado más “desarrollado” o “maduro” de la Doncella a la vez que mantiene visibles sus raíces. Y claro, en los dos casos habrá que dar una buena parte de razón.
Para calmar a los de la primera opción se podría decir que parte de esa “modestia”, efectivamente más acentuada que en cualquiera de los discos desde el regreso de Dickinson, es salvable intercalando los temas más directos (acumulados en la primera mitad) con los más densos de la segunda parte y que, por tanto, quizá la sensación no es más que el fruto de un orden de temas poco favorecedor ante ese criterio.
Ya que nos ponemos, puede añadirse también en el bagaje optimista el hecho de que los discos inmediatamente anteriores también forzaran algunas dudas en su estreno y sin embargo han ido ganando adeptos con el tiempo.
Pero en cualquier caso, lo que nadie debería esperar a estas alturas es algo propicio para las tan gastadas comparaciones con sus discos clásicos. Su música actual no parece tener las mismas pretensiones, y como no intenta propiciar sensaciones parecidas no tiene por qué verse en la balanza con tal disco o tal otro de los 80s.
Maiden siguen a lo suyo y han sido capaces de conseguir una identidad más allá de muchos matices de su sonido, llegando a convertirse más en una banda para “sus seguidores” (los que han ido creciendo con ellos y esperan ir viendo qué rumbo toman cada vez de una manera más sosegada) que en el espejo y referente del heavy metal que fueron.
Y es comprensible, ya que para que los “nuevos” puedan disfrutar de aquella otra manera están por ejemplo esos “The Number Of The Beast” o “Piece Of Mind”, que se siguen (y eso es una buena prueba de su salud) vendiendo a buen ritmo y haciendo descubrir a muchos una música que ellos, con otros “inmortales”, hicieron capaz de marcar tantos y tantos corazones.
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