
La receta para el salto al “carro de los chavales” es la misma de siempre de estos veteranos: hard’n heavy con mucha actitud, un punto sleazy y otro, y bueno, de fiesta.
El resultado, por tanto, no es nada nuevo: un disco muy entretenido y disfrutable para todo el que guste de esa música, en este caso realzado por el gran sonido y algunos cañonazos de infarto.
La conclusión: entre unos y otros, parece que definitivamente una parte del espíritu de L.A. se ha mudado a Gotemburgo.
Celebrémoslo pues recordando uno de los primeros éxitos del grupo, lejano ya en casi dos décadas...
...y acabemos de darnos cuenta con "Boys Town" de que los Nasty Idols siguen vivos... y bien.
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