Decir que con “El Espíritu del Vino” el rock español por fin alcanzó esa gran cumbre que años atrás había podido suponer “Physical Graffiti” para el británico e internacional puede parecer exagerado, pero lo cierto es que difícilmente se puede encontrar antes (o después) algo que pueda identificarse mejor con esa apuesta, en el ámbito nacional, en términos de repercusión popular, ambición y grandilocuencia del trabajo, complejidad, creatividad, variedad, extensión y hasta influencias.
En este último capítulo, la explicación es tan sencilla como paralela –salvando tiempo, lugar- a la obra maestra del ‘75: con “El Espíritu del Vino” los Héroes del Silencio se asentaban en su faceta más rockera, confirmaban su arraigada herencia clásica (más en el rock de los 70’s y 60’s que en ese rock “gótico” de los 80’s por el que empezaron) y a la vez se abrían a todo tipo de sonidos (sí, también incluyendo los puntuales matices orientales) conformando un estilo tan personal como reconocible.
Pero más allá de paralelismos, aceptables por lo que supusieron cada uno en su terreno uno y otro disco, pero poco transportables al sonido de los dos grupos y sin más importancia que la de la mera anécdota, es un hecho que el tercer largo de la banda aragonesa subió un peldaño en la definición de su identidad añadiendo una infinita riqueza a su música y explotando al máximo el papel de dos puntos clave: la guitarra de Juan Valdivia y la interpretación vocal de Enrique Bunbury.
A éste (aunque hay quien se lo otorgue más concretamente a lo que consumía) hay que achacarle también el inmenso e “inspirado” trabajo con las letras, que acababan de conformar la personalidad única de los Héroes en la lisergia, la mística o la épica de lo más mundano. Con algo así, que dejó tantas bocas abiertas entre sus seguidores como tapó las de los que creían que los éxitos del anterior “Senderos de Traición” eran cosa de un día, habría que añadir que por más que fuera una lástima que se truncara la carrera de los zaragozanos, hay que agradecerle a Bunbury que, aunque por otros derroteros, haya seguido cultivando en su posterior carrera este tipo de poesía y riqueza sonora.
Y es que, más que lamentar el difícil mercado que tiene la música –especialmente el rock- en castellano internacionalmente (algo que, seguro, ha impedido que se coloque fuera de las zonas de habla castellana a Héroes del Silencio entre los más grandes), podríamos vanagloriarnos de poder “empaparnos” en plenitud de condiciones en este “Espíritu del Vino”. Qué mejor manera de hacerlo que ponerlo a sonar y repasar el track list:
1. "Nuestros nombres" - 5:57
Single de presentación del disco, apareció por primera vez en mayo del ’93 confirmando el endurecimiento en el sonido del grupo. Una de la pistas de mayor peso guitarrero del álbum, fue lanzada en versión CD Single acompañada de otro corte del trabajo, “Flor de Loto” y la también novedosa versión “Apuesta por el Rock’N Roll”. Número 1 de los 40 principales ese mismo año, se convirtió de inmediato en un clásico de su repertorio.
2. "Tesoro" - 2:19
Contraste a base de quietud en la breve “Tesoro”, a la que la voz de Bunbury llena de magia.
3. "Los placeres de la pobreza" - 4:59
Y vuelta a lo más rockero (con notable influencia del heavy metal) en un corte dinámico y con gancho, adornado por una lírica que empieza a incidir en las diferencias entre culturas.
4. "La herida" - 6:54
Una de las más reconocidas joyas del álbum sigue la marcha en la forma de una balada que acaba por desbocarse en un frenético final. No es de extrañar que fuera escojida como segundo single del disco y llegara al número 1 en las listas de éxitos. Sin duda, uno de sus temas más conocidos.
5. "Sirena varada" - 4:15
Lo mismo se puede aplicar a “Sirena Varada”, que aunque no llegó –por poco- al 1, se ha acabado convirtiendo en todo un símbolo de los Héroes. Suave pero atractivo y dinámico, a su relevancia hay que añadir otro dato: para su promoción se grabó un videoclip que sirvió de presentación al nuevo guitarrista de apoyo de la banda, el mexicano Alan Boguslavsky, que acabó siendo miembro de pleno derecho del grupo.
6. "La apariencia no es sincera" - 7:03
El corte más extenso del disco, a medio tiempo.
7. "Z" - 0:51
Y la primera instrumental (a guitarra de gusto folk) del trabajo, a modo de entrada de “Culpable”.
8. "Culpable" - 6:04
Y enlazando, otro medio de atractivas melodías que lleva hasta la mitad del trabajo.
9. "El camino del exceso" - 5:36
Para empezar la segunda parte, un significativo y eléctrico “camino del exceso”. Las drogas y los excesos de lleno en la temática de los Héroes.
10. "Flor de loto" - 6:15
Lo dicho para la anterior es poco. Influencia oriental (no sólo por los instrumentos tradicionales de la entrada) y rock duro enlazados en lo más lascivo y lisérgico.
11. "El refugio interior" - 1:34
Tras una de las partes más creativas y experimentales del disco, la segunda instrumental lleva de manera contundente...
12. "Sangre hirviendo" - 5:12
...al tema más puramente heavy del trabajo. Por si faltaba algo. Y ahí no queda la cosa.
13. "Tumbas de sal" - 4:33
El ritmo vacilón y casi bailable de “Tumbas de Sal” vuelve a poner la diferencia. Gusto rocknrollero de lo más añejo que contrasta con un aura oscura y la letra que vuelve a remitir (y es casi una constante en el álbum, no en vano el disco vino precedido de un viaje de Bunbury por la India y Nepal) a otras culturas: tan extraña mezcla y tan buen resultado.
14. "Bendecida II" - 0:36
Tercera y última intro, demostrando un cuidado máximo en los detalles.
15. "Bendecida" - 5:59
E impresionante tema a medio tiempo de bella melodía para recordar. Y es que Bunbury sigue grabado a fuego en centenares de cabezas cantando que “...en las aguas de la certeza, nos hicimos la promesa...”. De lo más melancólico del disco.
16. "La alacena" - 3:40
Para cerrar, conservando el gusto melódico pero en un modo mucho más quieto y desnudo, “La alacena” pone el mágico punto y final.
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