La de vueltas que pueden dar las cosas para acabar llegando de nuevo punto de partida. Hace unos cuantos años Justin Hawkins recibía elogios por doquier por su particular estilo vocal al frente de la nueva sensación del Hard Rock, The Darkness, y no se tardó en rumorear que podría lanzarse a una carrera en solitario, en terrenos todavía más radiables que lo encumbrara a lo más alto de la escala mediática. Sin embargo, The Darkness, que como grupo aseguraba ser fiel a las máximas rockeras, permaneció imperturbable para publicar un segundo disco. Éste refinaba hasta lo imposible el elogiado sonido del debut pero se estrelló en respuesta popular en comparación al primero y a las expectativas que se habían puesto. Entre esto, y la vida de excesos a la que sucumben muchos de los que acogen la fama a manos llenas y en poco tiempo, lo que habían parecido rumores se convierten en realidad y Justin abandona el barco, poniendo fin a una banda que parecía apuntar a lo más alto. El resto de miembros se embarcan en un nuevo proyecto de sonido más variado, Stone Gods, que no parece no poder, de momento, sacar la cabeza entre lo más popular y en éstas estábamos cuando reaparece el señor Hawkins, que parecía estar perdido entre la lujuria y para largo para el mundo del rock, presentando single (el que vemos a continuación) y encabezando una nueva formación que no sólo no tiene nada que ver con aquellos rumoreados “terrenos todavía más radiables” sino que parece, más que Stone Gods, la continuación natural de The Darkness.
La receta, para empezar, la misma: Hard Rock inmediato y alegre de riffs directos deudores de AC/DC o Thin Lizzy, y esas melodías más acentuadas con el gusto clásico del que ha escuchado mucho a Boston o a Queen. Y la voz, por supuesto, la misma e inconfundible que se hizo famosa con The Darkness.
Pero bien, puede que el disco no sea ni de tanto gancho tema a tema como aquel primer “Permission To Land” -que casi parecía un recopilatorio de singles- y, seguro, tampoco es el depurado, preciosista y sólido conjunto de “One Way Ticket To Hell”. Aún así, se queda en un punto del camino entre los dos que asegura el buen recibimiento de quien hubiera disfrutado con The Darkness.
Mención especial en este apartado merecen algunos cortes como “Coktails” -ese tema con aires de clásico del video superior- y “Wichever Way You Want To Give It”, que bien pasarían por buenos singles de aquellos celebrados discos. En el distinto capítulo de excentricidades, inevitable con un personaje como el que lidera Hot Leg, “Chickens” destaca abriendo el disco con algo extraño pero atractivo que bien pudiera inspirarse en el inicio extravagante de aquel lejano “Jazz” de Queen –recordemos aquella apertura con “Mustapha”-, para luego dejar paso a un track list de gusto, si esto es posible en cualquiera de los dos casos, más estándar.
En resumen, es una buena noticia tener de vuelta a gente como ésta, y lo será más si esta vez se queda un tiempo más largo. Por lo menos lo es para el que disfrute del Hard Rock, desde luego. Para quien echara de menos el falsete de Justin, una gozada a la que acudir corriendo.
viernes, 6 de marzo de 2009
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