jueves, 21 de agosto de 2008

1996 - Metallica - Load


Ya han salido algunos casos claros: “Born Again”, “Flick Of The Switch” o “Presence” pueden ser algunos de esos discos de bandas grandes históricamente maltratados y pocas veces recuperados. Pero si hay un disco que haya recibido “palos” por doquier una y otra vez desde su publicación –algo, por supuesto, reservado sólo a esas “bandas grandes”- ése es “Load”.
Puestos a medir por este criterio, es tan difícil superarlo que puede que sólo lo hayan conseguido superar los mismos Metallica, visto el aluvión de críticas negativas que todavía hoy sigue recibiendo “St. Anger”. Para colmo y a diferencia de éste, “Load” ya tiene los suficientes años de trayectoria como para que una parte importante de las nuevas generaciones de metaleros -que en 1996 no estaba entre los “consumidores”- haya aceptado la crítica que les venía dada y lo juzgue sin haberlo llegado a escuchar, al menos con atención o más de un par de veces.
De entre los que lo esperaban impacientes ya cuando salió al mercado, sin embargo, hay quienes lo rechazaron y han acabado por olvidarlo en el tiempo, y quienes habiéndolo rechazado al principio han ido reconociendo otros valores con los años y las escuchas, entre otras muchas combinaciones. Lo que pasará con “St. Anger” ya lo veremos.

El caso de “Load” es, sin embargo, diferente a casi todo. Para empezar, estamos hablando de que este trabajo, uno de los discos más “malditos” y desdeñados de la historia del rock duro, fue, ni más ni menos que número 1 del Billboard de álbums, colocó dos singles también como números 1 (“Until It Sleeps” y “Hero Of The Day”) y otros dos entre los 10 primeros de las listas (“Bleeding Me” y “King Nothing”).
Dado que estas dos posiciones (enfurecida crítica y éxito de ventas) casan muy difícilmente, se ha de recurrir al tan habitual argumento del “cambio de público” para justificar el hecho. Dicho de otra manera, y siempre en parte, el público de “Load” no fue el mismo que el de trabajos anteriores sino uno más masivo, y el público “anterior” fue la masa para esa crítica que no soportó el cambio.

Y como un cambio de público suele ser el acompañamiento de uno de estilo, o al menos de enfoque comercial –no nos engañemos, haya cambio de estilo o no, el éxito ante el gran público de una banda ya reconocida por uno especializado suele traer el rechazo de este último-, hay que acudir a lo que realmente está en el centro de todo: ¿cómo sonó “Load”?

Lo primero es la evidencia: diferente a como venía sonando Metallica hasta antes de su disco homónimo, e incluso diferente y más allá de cómo sonó éste. Si el mero hecho de la diferencia y el cambio ya conlleva siempre críticas y decepciones, en un público tan “especializado” como lo es el del mundo del Metal era lógico que creara polémica la inclusión de elementos e influencias más acordes con las propuestas más mediáticas del momento.
Aún así, hay que aclarar una cosa que no pocas veces se ha confundido: “Load” no es para nada un disco fácil y accesible. En todo caso, algunos temas (especialmente los dos singles nº 1 y alguno que otro más) presentan melodías más accesibles, entre otros planteamientos. Pero en conjunto, no es descabellado decir que el disco homónimo e incluso algunos otros anteriores son trabajos más inmediatos y llegadores (aunque estos últimos no ante un público tan mayoritario) que “Load”.
La mayor complejidad con la que interaccionan los instrumentos, la también mayor de los arreglos o de la producción en general, o el más amplio abanico de influencias son algunos signos de la mayor dificultad del disco, que sin embargo puede ser acusado con más razón de cambiar frescura y energía por un carácter más pensado –algunos dirían “maduro”- y trabajado.
Ya tenemos donde agarrarnos para explicar todo el revuelo: un disco difícil y a la vez más metido en sonidos más cercanos al gran público. ¿Cuáles eran estos sonidos?

En “Load” se evidencian influencias tan diversas como las de aquel nuevo rock hoy llamado “alternativo” de la época (el que sucedió al primer grunge), el rock’n roll y folk rock de fuertes raíces americanas, y el rock duro orientado al blues (y mucho blues) con las más añejas referencias en la historia del género. Algo de “nuevo”, algo de “viejo”, y por detrás, esa personalidad -no del todo apagada- más metalera que tras una trayectoria como la que tenían era imposible encerrar completamente.
El si es o no posible lograr que una mezcla como ésta llegue a buen puerto dependerá del que lo escuche. Por lo menos, Bob Rock se encargó de que sonara con mucho empaque y riqueza de matices, y seguramente lo consiguió (con lo que podemos suponer un gran esfuerzo y mucha convicción, compartida por la banda, en la apuesta fuerte por este nuevo aire) en mayor grado que en el siguiente “ReLoad” que, por otra parte, y por mucho que esté formado por temas que se compusieron en la misma época, puede que quedara condenado (o salvado, según se vea) por los cortes que no encajaran tanto esa apuesta, quizá algunos de los más fáciles, ligeros, menos blueseros o diversos, y a un conjunto quizá menos coherente o trabajado desde el plano de la producción que éste.

Así las cosas, podría decirse que, pudiendo gustar o no (algo con lo que poco se puede hacer más que a nivel personal y que, por supuesto, nada tiene de malo ni en una postura ni en otra), pero valorado dejando de banda los prejuicios, “Load” fue un buen disco, ateniéndose a los estándares de calidad en los que se movía Metallica o el panorama rockero de la época. Si tampoco ha acabado considerado como un grande en esos otros terrenos (salgamos del Metal, entonces) puede que se deba a las diferencias antes comentadas o, esto parece tener más peso, a dos características puede que algo subjetivas pero influyentes y muy ligadas entre sí.

La primera es la “irregularidad”, entendida no como la diferencia de calidad entre los temas sino como la suma variedad y diferencia de “efectividad”, efectismo, o como se le quiera llamar, que va adquiriendo con el minutaje; y la segunda, el quizá no muy acertado orden en el que se presentan los temas, que colocándose casi en dos bloques diferenciados (un primero donde los temas son más intensos, inmediatos, más potentes, y un segundo más experimental aunque quizá menos desarrollado) acaba por dar la impresión de que sobra “relleno”, no haciendo sino acentuar la impresión de la primera.
Más específicamente, hay otros aspectos de ese orden que no dejan de extrañar en un trabajo que se quiera presentar como tal, y no como sólo un contenedor de algunos temas estrella o casi como un recopilatorio: los dos singles más claros están casi juntos, se juntan también algunas de las canciones de tempo más lento, el tema más largo aparece al final y después de la parte “más difícil”...

Con esto, puede que, disponiendo del mismo material, el disco hubiera funcionado mejor si se hubieran conformado con un track list más corto, aunque fuera menos ambicioso, y quizá con otro orden. Por ejemplo, ¿no sería mucho más digerible, sin dejar de mostrar los valores pretendidos, un “Load” con sólo 10 temas más homogéneos, dejando fuera "Poor Twisted Me", "Ronnie", "Cure" y "Mama Said"?

Podemos buscar muchas otras combinaciones más cortas que la original y que mantengan el interés durante todo el disco, siempre sin añadir un ápice a unas grabaciones y unas composiciones bien hechas. Personalmente, creo que un disco como el del ejemplo bien pasaría por uno de los más grandes del hard/heavy rock de los 90s.
Nada que hacer si estamos buscando thrash, agresividad o guitarras afiladas, claro, pero tampoco caigamos en esas ideas tan reduccionistas por las que si algo trabaja un determinado estilo ya no (o sí) merece la pena. Con un poco de paciencia y nada de opiniones prefijadas, las cosas se ven de otra manera.

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