sábado, 30 de agosto de 2008
1981 - Judas Priest - Point Of Entry
“Point Of Entry” es una de las mejores muestras de cómo el tiempo acaba por formar la opinión dominante ante cualquier acontecimiento, y es que si en 1981 la gira del entonces nuevo disco de Judas Priest supuso uno de los mayores acontecimientos metaleros del año y de lo más grande que en este sentido se había hecho nunca hasta entonces, llenando recintos allí por donde pasaba y llevando a teloneros que hoy costaría de reunir bajo la sombra de cualquier otra banda (ni más ni menos que Iron Maiden, Accept y Saxon), hoy por hoy la idea “colectiva” formada sobre ese disco va por terrenos muy diferentes, siendo un habitual en su mención cuando se hace referencia a los puntos más bajos de la trayectoria de los Metal Gods.
¿La razón? Bien, cualquier análisis superficial sobre la situación de este disco ya nos arroja dos factores que pueden tener su parte de importancia en esto.
El primero y el más evidente es el puesto en que ha quedado “Point Of Entry” dentro de la discografía de esta veterana banda británica, encuadrado entre dos de sus más populares discos: “British Steel” y “Screaming For Vengeance”.
Con dos colosos como estos flanqueándolo, el potencial de “Point Of Entry” queda para muchos en entredicho, como un respiro entre puñetazo y puñetazo. Para colmo, existe una continuidad en cuanto a sonido mucho más lógica entre aquellos dos trabajos, sobre todo si observamos la evolución que entre el segundo de ellos hay con el siguiente “Defeders Of The Faith”. El carácter cada vez más rocoso y adentrado en el metal más tradicional de los 80s que ellos mismos ayudaron, y mucho, a definir se explica mucho mejor siguiendo la tríada “British Steel” - “Screaming For Vengeance” – “Defenders Of The Faith”, que incluyendo en medio el olvidado y en parte más hardockero disco de 1981. De esta manera, puede resultar hasta normal que un nuevo metalero no muy atento obvie su existencia.
El segundo factor va por terrenos más alejados de lo estrictamente musical para meterse de lleno en lo comercial: “Point Of Entry” fue el primero de los discos de Judas Priest que no se grabó en UK –se hizo definitivamente en Ibiza- y que se encaró en cuanto a producción y distribución a empezar a explotar la figura de los Priest, ya más que asentada en su país natal y buena parte de Europa, fuera de sus fronteras, especialmente en los USA.
Los impuestos que se pagaban en aquel entonces en Gran Bretaña en esta industria eran demasiado fuertes para un grupo que con su status crecido quería empezar a aprovechar al máximo los nuevos recursos, tanto ampliando los mecanismos en la grabación, como agrandando otros publicitarios como el de los video clips (de este disco se hicieron tres: “Don’t Go”, “Hot Rockin” –un clip que es todo un manifiesto heavy y que se puede ver bajo estas líneas- y “Heading Out To The Headway”), así que posiblemente “Point Of Entry” pagó la novatada consecuente al cambio de costumbres y no acabó de reventar ni en sus viejos terrenos ni en los nuevos.
Además de esto, se pueden notar otras bazas que, quién sabe, pudieron también tener su peso en que el disco no se acabara de consolidar con el tiempo. Por ejemplo, el hecho de que el primer single y carta de presentación fuera “Don’t Go”, un tema hardrockero de buena factura y notable gancho pero de cariz bastante diferente y más accesible que lo que venían haciendo hasta entonces (de hecho es un tema “diferente” hasta dentro del conjunto del disco), pudo despistar a parte de la audiencia más que atraer a la nueva.
El que la portada de la edición europea fuera algo que nadie ha sabido entender y que ni ellos mismos han querido explicar (quizá sencillamente no se refiere a nada) también puede tener su parte de culpa, y aunque este argumento pueda parecer algo trasnochado adquiere mucha más trascendencia si nos acordamos de que se acabó por añadir a la caja original una etiqueta con la foto del grupo y su anagrama para que el público se diera cuenta de que se trataba de ellos y así ayudar en algo a las ventas.
Más allá de todo esto, y de las acertadas o no decisiones que rodearon a la presentación del álbum, lo cierto es que en lo musical no hay demasiadas razones para el desprecio. “Heading Out To The Headway” o, especialmente, “Hot Rockin”, podrían haber formado parte –e incluso haber destacado allí- del anterior y aclamado “British Steel”, “Desert Plains” o “Solar Angels” resultaron algunos de los medios tiempos más grandiosos que habían grabado y tuvieron gran éxito en directo (“Solar Angels” abrió todos los conciertos de esa gira, como se ha comentado, también más que exitosa) y algunas otras como “Turning Circles” o “On The Run” combinaban el sonido acerado y rocoso con un refrescante punto de accesibilidad y variedad, resultado temas de notorio gancho.
En conjunto, sí, resulta un disco de más peso hardrockero que los demás discos grandes de los 80s, pero aunque su nombre sea santo y seña del heavy metal, esta faceta es algo que siempre han mantenido intacta bajo su piel de cuero y tachas.
Y, desde luego, es también digna de atención.
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