Simplemente heavy metal. Del de siempre, del bueno, del que nos enganchaba, del que todavía, a muchos, nos engancha. WASP han aprendido con el tiempo (y quizás con el revés de "The Neon God") que para conseguirlo, cosa nada fácil, no hacen falta artificios, ni trabajos complejos o extensos. Sí, "Dominator" devolvió la clave: hace falta actitud, energía, y mucho talento para condensarlas en sólo algunos cortes. Y si un movimiento hacia lo (todavía más) clásico como aquel último trabajo funcionó de maravilla con crítica y público, su nuevo disco no podía ser de otra manera.
¿Original? Para nada. Un trabajo todavía más, si cabe, en los WASP más reconocibles, en lo que mejor saben hacer, apoyándose desde "Dominator" en todo un "The Headless Children" o un "The Crimson Idol" para darle todavía más dinamismo o, si lo preferimos, un disco en la definición más clara de su género.
¿De mucho trabajo? Claramente no. Siete temas directos y dos versiones (que llevan tanto a su terreno que parecen compuestas para WASP y encajan a la perfección en el disco) para sumar pocos minutos, como su anterior álbum.
Pero ¿recomendable? Rotundamente sí. Convertir estas premisas en grandes cualidades no está al alcance de cualquiera, y WASP -como algunas otras bandas veteranas (pensemos, por ejemplo, en Motörhead) que se están especializando en regalarnos discos regularmente para, sin inventar nada nuevo, sacar a relucir una y otra vez sus mayores virtudes de siempre- lo han conseguido de nuevo, esta vez, quemando Babilonia.
Debe haber muchas formas para llegar a lo más alto, y quizás WASP han tomado la (aparentemente) más sencilla. Pero el resultado es divertido, contundente, intenso, emotivo y contagioso, así que quien alguna vez se haya emocionado con el sonido del heavy metal de siempre tiene en "Babylon" apuesta segura.
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