miércoles, 21 de octubre de 2009

2001 - Judas Priest - Demolition

Con todo los desprecios que puede haber sufrido este trabajo, el título de "disco maldito" -en el sentido de condenado- puede estar perfectamente hecho para él. Pero ¿es entonces merecido el desprecio y el ya casi olvido?

Es difícil hacer juicios absolutos en este tema, pero quizás se pueda llegar a comprender algo mejor si pensamos en los "cargos" que lo hicieron culpable del delito.

Para empezar, está el rechazo que suscitó el que Judas Priest siguieran adelante sin Halford y, por consiguiente, toda la etapa de Tim Owens a las voces. Lo del cambio de vocalista (como cualquier cambio de "estilo", en general) en un grupo consolidado siempre ha generado polémica, y aquí no iba a ser menos. Y si ya la polémica estaba casi gastada con aquel (excelente) "Jugulator", para cuando llegó "Demolition" este punto estaba ya sentenciado. Más, si cabe, tras el atractivo debut de Halford en solitario.

Habiéndose demostrado con el tiempo que el tipo tiene enormes cualidades, pero ciertamente diferentes a las del Metal God (por mucho que se intentara presentar como un clon de Rob -sin duda por su potencia vocal y su facilidad para los agudos imposibles-, su estilo más agresivo casi lo hace parecer un cruce entre el propio Halford y alguien tipo James Hetfield), el barniz diferente que dió a las canciones de los Priest es compresible, pero, por qué no, resultó incluso acorde con la propuesta que los principales compositores de la banda (no olvidemos, tanto antes como entonces, Tipton y Downing) presentaban por aquellos años.
Ellos lo aceptaron para cantar en su banda y ellos marcaron el camino musical. Y si aceptamos otra postura a la tan habitual como cerrada por la que un grupo debe siempre apostar por lo mismo, hasta aquí la cosa no parece grave, y Tim Owens, toda una "Victim Of Changes" ante la comparación (como se hace siempre) con los mejores momentos del anterior (que en este caso es ni más ni menos que todo un dios), resulta sólo culpable por prejuicios.

De esta manera, el cambio de dirección musical al que se llegó resulta el principal cargo esgrimido. Sí, "Demolition" apuesta por dar un cariz actual (pensando en principios de década) a su heavy metal, en gran parte a través de todo tipo de arreglos de guitarras chirriantes y ruiditos industriales, y si bien esa idea le "chirrió" a muchos (y lo sigue haciendo) por su incompatibilidad con "la idea de Priest" del pensamiento colectivo, tan tradicional, la cosa deja de parecer tan extraña si repasamos con algo más de pausa la carrera del gigante británico.

Al hacerlo mínimamente nos encontramos con que sus discos han sido siempre consecuentes hijos de su tiempo, y que han ido "redecorando" su estilo en función de lo imperante en el panorama. Lo hizo "Stained Class", por ejemplo, con la sequedad inglesa de aquellos últimos 70s, lo hizo de la manera más clara posible "Turbo" a base de sintetizadores y estribillos radiables en los años de la laca, y lo hizo Painkiller acelerando esquemas con la llegada de los 90s, por poner algunos ejemplos. ¿Por qué no adaptarse una vez más?

Claro, a todos estos ya nos los miramos con perspectiva y los años nos hacen asumirlos dentro de los mismos "patrones Priest", por muy diferentes que sean todos, precisamente por ser partes de ese patrón colectivo. La vuelta de Halford abrió la ilusión por su gran época, y en un tiempo de "revival" como los años centrales de esta década "Angel Of Retribution" nos despachó un resumen de muchos de esos patrones en un solo disco, con mayor éxito de crítica y público. Sin entrar en la calidad de las canciones, ¿no es eso en el fondo otra manera de hacer lo mismo, que no deja de ser lo mismo -ir adaptándose, y a la vez crear con ello escuela- que han hecho siempre?

Entendido este punto, el análisis se debería entonces reducir (y es algo difícil) a si realmente funcionan o no esos temas (todo y con nuevo estilo y diferente vocalista) de manera más objetiva, como si se olvidaran los nombres y las circunstancias. Ahí tampoco nos podemos salir de lo subjetivo, pero si bien temas como un "Metal Messiah", por ejemplo, sí que parecen demasiado forzados en el intento de reforma, otros más como "One On One" o "Devil Digger" consiguen el cambio manteniendo un espíritu y una fortuna propias (hasta el punto de que si lo despojáramos de arreglos e interludios ruidosos lo podríamos imaginar como clásico en cualquier disco anterior) e incluso alguno como "Feed On Me", "Close To You" o la impresionante "Bloodsuckers" no necesitarían de imaginaciones para hacerse hueco en los honorados álbumes del pasado.



Siendo así, y si "Jugulator" (quizás, sí, más homogéneo) ya tiene las voces que empiezan a reclamar su valía, ¿por qué no esperar lo mismo de "Demolition" con el tiempo, hasta que quede en nuestra memoria dentro de aquel famoso patrón?

Pudiera ser, claro, pero quizá la cosa debería empezar porque los propios Judas Priest, que -por otro parte- tan buen camino parecen estar llevando, aceptaran la dignidad de esta etapa en lugar de contribuir a su olvido excluyéndola por completo de sus directos y demás parafernalia. Bueno, si eso les resultara comercialmente rentable, claro.

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