Muchas han sido las grandes bandas del pasado que esta decada han conseguido cambiar la tendencia que desde los 90s los venía arrastrando por una cuesta abajo popular -y en algunos caso creativa-, y en todos los casos siempre ha habido un disco que ha supuesto un punto de inflexión a partir del cual esos grupos han vuelto a la boca de todos, llegando incluso para algunos de ellos a quedar ahora olvidado el tiempo de olvido y desprescio.
A Judas Priest les pasó con "Angel Of Retribution" (y nadie se acuerda ya del vacío que se les hizo hasta la vuelta de Halford), a Iron Maiden con "Brave New World" (pudiéndose considerar éste el primer gran caso que ha ido animando a los demás), a Dio con "Killing The Dragon" (como se comentó en este mismo blog), a WASP con "Dominator" y parece que hasta a los hasta hace poco rechazados Metallica les pasará lo propio con "Death Magnetic".
En el caso de Megadeth, ya podemos decir que el giro se empezó a producir con "The System Has Failed". Si ahora parece no existir la polémica que generó un disco que se llamó "Risk" o ciertas tentativas de abandono más o menos serias, es porque sobre las buenas críticas que recibió este trabajo en el 2004 (si bien no muy mayoritarias en su momento, sí lo suficientemente consistentes para haber calado más y más con el tiempo, haciendo que los siguientes discos se fueran recibiendo cada vez con menos escepticismo y, por tanto, desde el principio -no necesariamente por ser mejores que éste- con críticas más favorables) Mustaine y sus chicos han sabido seguir trabajando y sumando varios esfuerzos.
Sí, lo decisivo en estos casos parece ser romper la incercia negativa, y si en otros grupos ha funcionado acompañar al disco con un golpe de efecto tal como la reunión de un antiguo miembro, "The System Has Failed" supo, sin tenerlo fácil, hacerlo por sí mismo.
Siguiendo con ese paralelismo siempre presente con Metallica (pero que a diferencia de otros momentos de sus carreras, esta vez ha servido para que Megadeth avance -en la aceptación a través de la vuelta a viejos patrones, en este caso- a la banda madre de Mustaine), imaginemos que dentro de unos años "Death Magnetic" ha acabado de calar con la buena impresión de dan sus temas junto a los clásicos en los directos (algo que en poco tiempo consiguió "Kick The Chair", por ejemplo, en el caso de "The System Has Failed") y, quizá, devolviendo una línea musical que podrían seguir siguientes discos. ¿Alguien se acordará de que fue recibido con el mayor escepticismo posible? ¿De los muchos "peros", a cuál más rebuscado, que le intentamos buscar? ¿Y acaso si un siguiente álbum continuara su sonido, tendría que pelear con todo eso?
Pues seguramente, y a todo, no. Sencillamente lo recordaremos como la apertura de una nueva época, e igual que "United Abominations" entró ya con buen pie, así lo harían los siguientes. ¿Lo mejor? Que el mérito de esta hazaña, eso sí, ya consumada en el caso de Megadeth no se lo llevan maniobras mediáticas ni otros factores, "sólo" esos buenos temas que les han devuelto la confianza: la citada "Kick The Chair", "The Scorpion", la colosal "Back In The Day" que sigue a estas líneas -toda una declaración de principios (la vuelta a los días grandes del Metal) acorde con lo comentado- y otras tantas más. Enhorabuena por ellos.
lunes, 26 de octubre de 2009
miércoles, 21 de octubre de 2009
2001 - Judas Priest - Demolition
Con todo los desprecios que puede haber sufrido este trabajo, el título de "disco maldito" -en el sentido de condenado- puede estar perfectamente hecho para él. Pero ¿es entonces merecido el desprecio y el ya casi olvido?
Es difícil hacer juicios absolutos en este tema, pero quizás se pueda llegar a comprender algo mejor si pensamos en los "cargos" que lo hicieron culpable del delito.
Para empezar, está el rechazo que suscitó el que Judas Priest siguieran adelante sin Halford y, por consiguiente, toda la etapa de Tim Owens a las voces. Lo del cambio de vocalista (como cualquier cambio de "estilo", en general) en un grupo consolidado siempre ha generado polémica, y aquí no iba a ser menos. Y si ya la polémica estaba casi gastada con aquel (excelente) "Jugulator", para cuando llegó "Demolition" este punto estaba ya sentenciado. Más, si cabe, tras el atractivo debut de Halford en solitario.
Habiéndose demostrado con el tiempo que el tipo tiene enormes cualidades, pero ciertamente diferentes a las del Metal God (por mucho que se intentara presentar como un clon de Rob -sin duda por su potencia vocal y su facilidad para los agudos imposibles-, su estilo más agresivo casi lo hace parecer un cruce entre el propio Halford y alguien tipo James Hetfield), el barniz diferente que dió a las canciones de los Priest es compresible, pero, por qué no, resultó incluso acorde con la propuesta que los principales compositores de la banda (no olvidemos, tanto antes como entonces, Tipton y Downing) presentaban por aquellos años.
Ellos lo aceptaron para cantar en su banda y ellos marcaron el camino musical. Y si aceptamos otra postura a la tan habitual como cerrada por la que un grupo debe siempre apostar por lo mismo, hasta aquí la cosa no parece grave, y Tim Owens, toda una "Victim Of Changes" ante la comparación (como se hace siempre) con los mejores momentos del anterior (que en este caso es ni más ni menos que todo un dios), resulta sólo culpable por prejuicios.
De esta manera, el cambio de dirección musical al que se llegó resulta el principal cargo esgrimido. Sí, "Demolition" apuesta por dar un cariz actual (pensando en principios de década) a su heavy metal, en gran parte a través de todo tipo de arreglos de guitarras chirriantes y ruiditos industriales, y si bien esa idea le "chirrió" a muchos (y lo sigue haciendo) por su incompatibilidad con "la idea de Priest" del pensamiento colectivo, tan tradicional, la cosa deja de parecer tan extraña si repasamos con algo más de pausa la carrera del gigante británico.
Al hacerlo mínimamente nos encontramos con que sus discos han sido siempre consecuentes hijos de su tiempo, y que han ido "redecorando" su estilo en función de lo imperante en el panorama. Lo hizo "Stained Class", por ejemplo, con la sequedad inglesa de aquellos últimos 70s, lo hizo de la manera más clara posible "Turbo" a base de sintetizadores y estribillos radiables en los años de la laca, y lo hizo Painkiller acelerando esquemas con la llegada de los 90s, por poner algunos ejemplos. ¿Por qué no adaptarse una vez más?
Claro, a todos estos ya nos los miramos con perspectiva y los años nos hacen asumirlos dentro de los mismos "patrones Priest", por muy diferentes que sean todos, precisamente por ser partes de ese patrón colectivo. La vuelta de Halford abrió la ilusión por su gran época, y en un tiempo de "revival" como los años centrales de esta década "Angel Of Retribution" nos despachó un resumen de muchos de esos patrones en un solo disco, con mayor éxito de crítica y público. Sin entrar en la calidad de las canciones, ¿no es eso en el fondo otra manera de hacer lo mismo, que no deja de ser lo mismo -ir adaptándose, y a la vez crear con ello escuela- que han hecho siempre?
Entendido este punto, el análisis se debería entonces reducir (y es algo difícil) a si realmente funcionan o no esos temas (todo y con nuevo estilo y diferente vocalista) de manera más objetiva, como si se olvidaran los nombres y las circunstancias. Ahí tampoco nos podemos salir de lo subjetivo, pero si bien temas como un "Metal Messiah", por ejemplo, sí que parecen demasiado forzados en el intento de reforma, otros más como "One On One" o "Devil Digger" consiguen el cambio manteniendo un espíritu y una fortuna propias (hasta el punto de que si lo despojáramos de arreglos e interludios ruidosos lo podríamos imaginar como clásico en cualquier disco anterior) e incluso alguno como "Feed On Me", "Close To You" o la impresionante "Bloodsuckers" no necesitarían de imaginaciones para hacerse hueco en los honorados álbumes del pasado.
Siendo así, y si "Jugulator" (quizás, sí, más homogéneo) ya tiene las voces que empiezan a reclamar su valía, ¿por qué no esperar lo mismo de "Demolition" con el tiempo, hasta que quede en nuestra memoria dentro de aquel famoso patrón?
Pudiera ser, claro, pero quizá la cosa debería empezar porque los propios Judas Priest, que -por otro parte- tan buen camino parecen estar llevando, aceptaran la dignidad de esta etapa en lugar de contribuir a su olvido excluyéndola por completo de sus directos y demás parafernalia. Bueno, si eso les resultara comercialmente rentable, claro.
Es difícil hacer juicios absolutos en este tema, pero quizás se pueda llegar a comprender algo mejor si pensamos en los "cargos" que lo hicieron culpable del delito.
Para empezar, está el rechazo que suscitó el que Judas Priest siguieran adelante sin Halford y, por consiguiente, toda la etapa de Tim Owens a las voces. Lo del cambio de vocalista (como cualquier cambio de "estilo", en general) en un grupo consolidado siempre ha generado polémica, y aquí no iba a ser menos. Y si ya la polémica estaba casi gastada con aquel (excelente) "Jugulator", para cuando llegó "Demolition" este punto estaba ya sentenciado. Más, si cabe, tras el atractivo debut de Halford en solitario.
Habiéndose demostrado con el tiempo que el tipo tiene enormes cualidades, pero ciertamente diferentes a las del Metal God (por mucho que se intentara presentar como un clon de Rob -sin duda por su potencia vocal y su facilidad para los agudos imposibles-, su estilo más agresivo casi lo hace parecer un cruce entre el propio Halford y alguien tipo James Hetfield), el barniz diferente que dió a las canciones de los Priest es compresible, pero, por qué no, resultó incluso acorde con la propuesta que los principales compositores de la banda (no olvidemos, tanto antes como entonces, Tipton y Downing) presentaban por aquellos años.
Ellos lo aceptaron para cantar en su banda y ellos marcaron el camino musical. Y si aceptamos otra postura a la tan habitual como cerrada por la que un grupo debe siempre apostar por lo mismo, hasta aquí la cosa no parece grave, y Tim Owens, toda una "Victim Of Changes" ante la comparación (como se hace siempre) con los mejores momentos del anterior (que en este caso es ni más ni menos que todo un dios), resulta sólo culpable por prejuicios.
De esta manera, el cambio de dirección musical al que se llegó resulta el principal cargo esgrimido. Sí, "Demolition" apuesta por dar un cariz actual (pensando en principios de década) a su heavy metal, en gran parte a través de todo tipo de arreglos de guitarras chirriantes y ruiditos industriales, y si bien esa idea le "chirrió" a muchos (y lo sigue haciendo) por su incompatibilidad con "la idea de Priest" del pensamiento colectivo, tan tradicional, la cosa deja de parecer tan extraña si repasamos con algo más de pausa la carrera del gigante británico.
Al hacerlo mínimamente nos encontramos con que sus discos han sido siempre consecuentes hijos de su tiempo, y que han ido "redecorando" su estilo en función de lo imperante en el panorama. Lo hizo "Stained Class", por ejemplo, con la sequedad inglesa de aquellos últimos 70s, lo hizo de la manera más clara posible "Turbo" a base de sintetizadores y estribillos radiables en los años de la laca, y lo hizo Painkiller acelerando esquemas con la llegada de los 90s, por poner algunos ejemplos. ¿Por qué no adaptarse una vez más?
Claro, a todos estos ya nos los miramos con perspectiva y los años nos hacen asumirlos dentro de los mismos "patrones Priest", por muy diferentes que sean todos, precisamente por ser partes de ese patrón colectivo. La vuelta de Halford abrió la ilusión por su gran época, y en un tiempo de "revival" como los años centrales de esta década "Angel Of Retribution" nos despachó un resumen de muchos de esos patrones en un solo disco, con mayor éxito de crítica y público. Sin entrar en la calidad de las canciones, ¿no es eso en el fondo otra manera de hacer lo mismo, que no deja de ser lo mismo -ir adaptándose, y a la vez crear con ello escuela- que han hecho siempre?
Entendido este punto, el análisis se debería entonces reducir (y es algo difícil) a si realmente funcionan o no esos temas (todo y con nuevo estilo y diferente vocalista) de manera más objetiva, como si se olvidaran los nombres y las circunstancias. Ahí tampoco nos podemos salir de lo subjetivo, pero si bien temas como un "Metal Messiah", por ejemplo, sí que parecen demasiado forzados en el intento de reforma, otros más como "One On One" o "Devil Digger" consiguen el cambio manteniendo un espíritu y una fortuna propias (hasta el punto de que si lo despojáramos de arreglos e interludios ruidosos lo podríamos imaginar como clásico en cualquier disco anterior) e incluso alguno como "Feed On Me", "Close To You" o la impresionante "Bloodsuckers" no necesitarían de imaginaciones para hacerse hueco en los honorados álbumes del pasado.
Siendo así, y si "Jugulator" (quizás, sí, más homogéneo) ya tiene las voces que empiezan a reclamar su valía, ¿por qué no esperar lo mismo de "Demolition" con el tiempo, hasta que quede en nuestra memoria dentro de aquel famoso patrón?
Pudiera ser, claro, pero quizá la cosa debería empezar porque los propios Judas Priest, que -por otro parte- tan buen camino parecen estar llevando, aceptaran la dignidad de esta etapa en lugar de contribuir a su olvido excluyéndola por completo de sus directos y demás parafernalia. Bueno, si eso les resultara comercialmente rentable, claro.
miércoles, 14 de octubre de 2009
2009 - Gotthard - Need To Believe
Dieron la campanada con "Lipservice" y con "Domino Effect" fueron lo suficientemente inteligentes como para estirar su momento en la cima comercial dando un baño de efectismo e inmediatez a su música. Pero a la velocidad a la que corre el panorma musical puede que no hubiera sido demasiado productivo seguir por esa senda.
Aprovecharon su momento, sí, y -puede que de nuevo de manera inteligente, ya con el status de "grandes" ganado para el futuro- ahora vuelven a transitar terrenos más clásicos, como si de un paso atrás se tratara... pero para colocarse musicalmente en algo que puede quedar entre sus dos últimos trabajos.
Otro éxito como el de estos dos iba a ser difícil hicieran lo que hicieran, así que desandar lo corrido para ir caminando seguro parece ser una apuesta de lo más coherente.
Ni tan adornado de hits como el último -así es "Need To Believe"-, ni tan intenso como esa "actualización" del hard rock clásico llamada "Lipservice" y que tan bien funcionó al ponerlos en primer plano mundial; pero con unos Gotthard agradables en la escuca durante todo el disco y perfectamente reconocibles en sus virtudes. Entre ellas, claro, esa voz que parece seguir creciendo cada día.
¿Que no pasará a la historia con los honores de los otros? Puede ser, pero si ya se han hecho con una buena base de seguidores, no parece que "Need To Believe" vaya a defraudarles.
Aprovecharon su momento, sí, y -puede que de nuevo de manera inteligente, ya con el status de "grandes" ganado para el futuro- ahora vuelven a transitar terrenos más clásicos, como si de un paso atrás se tratara... pero para colocarse musicalmente en algo que puede quedar entre sus dos últimos trabajos.
Otro éxito como el de estos dos iba a ser difícil hicieran lo que hicieran, así que desandar lo corrido para ir caminando seguro parece ser una apuesta de lo más coherente.
Ni tan adornado de hits como el último -así es "Need To Believe"-, ni tan intenso como esa "actualización" del hard rock clásico llamada "Lipservice" y que tan bien funcionó al ponerlos en primer plano mundial; pero con unos Gotthard agradables en la escuca durante todo el disco y perfectamente reconocibles en sus virtudes. Entre ellas, claro, esa voz que parece seguir creciendo cada día.
¿Que no pasará a la historia con los honores de los otros? Puede ser, pero si ya se han hecho con una buena base de seguidores, no parece que "Need To Believe" vaya a defraudarles.
miércoles, 7 de octubre de 2009
2002 - Dio - Killing The Dragon
Hubo quien ya se había dado por avisado con "Magica", como también quien todavía tardó en darse cuenta, pero para la mayoría del público metalero fue "Killing The Dragon" el que les hizo recordar que Dio seguía vivo y en forma. Quien más quien menos, se había olvidado del genial vocalista desde hacía ya tiempo, y las críticas que lo tachaban de usar una misma fórmula cada vez más desgastada habían dejado paso al todavía más maldito silencio.
Pero como esto de los gustos musicales tampoco escapa a los ciclos, el bueno de Dio siguió en el camino y supo aprovechar el cierto revival por lo clásico en el heavy y el rock duro que vivimos con el cambio de década y del que todavía sentimos efectos para reivindicarse como una figura esencial del género delante de su viejo público y de todo uno nuevo que era demasiado joven para haber disfrutado con sus hazañas en Rainbow, Black Sabbath o sus primeros Dio y que ahora (y quizás por eso), como ha pasado estos últimos años con otros viejos gigantes que parecen haber resucitado en lo popular, lo abordaba como a toda una leyenda.
Eso sí, relanzar una carrera como la suya no es cosa de un mero cambio generacional, y si el tipo ha vuelto a construirse un estatus de estrella como el que vuelve a disfrutar en la actualidad, no ha sido por dormirse en los laureles sino por volver al más intenso trabajo con su propia banda en la primera mitad de esta década, para luego poder acceder a otros grandes terrenos de éxito como Heaven And Hell. Y en ese camino de trabajo, como se ha dicho, el paso central fue este "Killing The Dragon" que aportaba un mayor dinamismo al recuperado sentido clásico que ya planteaba su mencionado trabajo del 2000.
Como resultado, y apoyado en un sonido excelente y en una portada épica que inflamaba el gusto del nuevo público heavy, consiguió un conjunto de gran empaque marcado por su inconfundible personalidad y con algunas joyas que parecen ya dar la talla de nuevos clásicos para su carrera como la homónima o "Better In The Dark" lo que se suma en valor para el disco a la importancia que hoy ya se le puede atribuir en el levantamiento de un personaje de la importancia de Dio.
Con un planteamiento como éste, es más que posible que "Killing The Dragon" pase a la historia junto a esos "Brave New World" o "Angel Of Retribution" que en fechas parecidas volvieron a poner en la lanzadera a otros titanes de nuestra música. Bienvenidos sean entonces a su papel de nuevos clásicos.
Pero como esto de los gustos musicales tampoco escapa a los ciclos, el bueno de Dio siguió en el camino y supo aprovechar el cierto revival por lo clásico en el heavy y el rock duro que vivimos con el cambio de década y del que todavía sentimos efectos para reivindicarse como una figura esencial del género delante de su viejo público y de todo uno nuevo que era demasiado joven para haber disfrutado con sus hazañas en Rainbow, Black Sabbath o sus primeros Dio y que ahora (y quizás por eso), como ha pasado estos últimos años con otros viejos gigantes que parecen haber resucitado en lo popular, lo abordaba como a toda una leyenda.
Eso sí, relanzar una carrera como la suya no es cosa de un mero cambio generacional, y si el tipo ha vuelto a construirse un estatus de estrella como el que vuelve a disfrutar en la actualidad, no ha sido por dormirse en los laureles sino por volver al más intenso trabajo con su propia banda en la primera mitad de esta década, para luego poder acceder a otros grandes terrenos de éxito como Heaven And Hell. Y en ese camino de trabajo, como se ha dicho, el paso central fue este "Killing The Dragon" que aportaba un mayor dinamismo al recuperado sentido clásico que ya planteaba su mencionado trabajo del 2000.
Como resultado, y apoyado en un sonido excelente y en una portada épica que inflamaba el gusto del nuevo público heavy, consiguió un conjunto de gran empaque marcado por su inconfundible personalidad y con algunas joyas que parecen ya dar la talla de nuevos clásicos para su carrera como la homónima o "Better In The Dark" lo que se suma en valor para el disco a la importancia que hoy ya se le puede atribuir en el levantamiento de un personaje de la importancia de Dio.
Con un planteamiento como éste, es más que posible que "Killing The Dragon" pase a la historia junto a esos "Brave New World" o "Angel Of Retribution" que en fechas parecidas volvieron a poner en la lanzadera a otros titanes de nuestra música. Bienvenidos sean entonces a su papel de nuevos clásicos.
martes, 6 de octubre de 2009
1981 - Thin Lizzy - Renegade
Tan habitual como es leer maravillas sobre las muchas virtudes de la carrera de los geniales Thin Lizzy en los 70s es olvidar o denostar su trabajo en la siguente década. Claro, fue su recta final y la gloria del grupo se escapaba al ritmo en que cambiaba el efervescente panorama musical de la época y se deterioraba el carácter de Phil Lynnot, detonante de las salidas de miembros que habían tenido papeles decidivos en el devenir de su trayectoria. Pero si en el umbral de la catástrofe la banda parecía no saber muy bien qué dirección tomar, como demuestra la dispar orientación del anterior "Chinatown", sumidos en sus horas más bajas supieron trazar un nuevo rumbo.
"Renegade" construye a unos Thin Lizzy diferentes, con su antigua y célebre personalidad camuflada tras una capa de tristeza y oscuridad -aunque aún emergente a chispazos, quizá en mayor medida que en los otros dos álbumes de los 80s- en la que tienen papel importante la cada vez más desgastada voz de Phil y los teclados de un D. Wharton que, a diferencia del anterior trabajo (el de su estreno), parece tener ya peso suficiente en una música que, por otro lado, empieza a notar también la influencia del cada vez más notorio heavy metal.
Con todo esto, Lynnot y sus chicos pudieron crear un conjunto homogéneo que mereció mucha más suerte de la que ha tenido históricamente, y que sólo en una parte pequeña pudieron cosechar con ese último coletazo de sonido continuista a "Renegade" pero algo más aguerrido (y quizá algo menos reconocible como Thin Lizzy) que fue el siguiente y último "Thunder And Lightning".
Sí, con "Renegade", entonces, tocaron fondo en lo comercial y se hundieron casi definitivamente en lo personal, pero si escuchamos con atención lo que nos expone sólo podemos asombrarnos de que en medio de todo eso fueran capaces de regalarnos ese casi setentero "The Pressure Will Blow" rebosante de sus características twin guitars, un "Hollywood" de enorme gancho o el casi mágico "Mexican Blood", entre otras cuantas que no pierden el pie y que si bien no relucirían con la misma inspiración que mucho lo que habían grabado en los 70s bien hubieran podido competir con cualquier otro disco de su época, o bien podrían hacerlo hoy (y hasta ganar) con muchos de los estrenos más celebrados del hard y heavy rock.
"Renegade" construye a unos Thin Lizzy diferentes, con su antigua y célebre personalidad camuflada tras una capa de tristeza y oscuridad -aunque aún emergente a chispazos, quizá en mayor medida que en los otros dos álbumes de los 80s- en la que tienen papel importante la cada vez más desgastada voz de Phil y los teclados de un D. Wharton que, a diferencia del anterior trabajo (el de su estreno), parece tener ya peso suficiente en una música que, por otro lado, empieza a notar también la influencia del cada vez más notorio heavy metal.
Con todo esto, Lynnot y sus chicos pudieron crear un conjunto homogéneo que mereció mucha más suerte de la que ha tenido históricamente, y que sólo en una parte pequeña pudieron cosechar con ese último coletazo de sonido continuista a "Renegade" pero algo más aguerrido (y quizá algo menos reconocible como Thin Lizzy) que fue el siguiente y último "Thunder And Lightning".
Sí, con "Renegade", entonces, tocaron fondo en lo comercial y se hundieron casi definitivamente en lo personal, pero si escuchamos con atención lo que nos expone sólo podemos asombrarnos de que en medio de todo eso fueran capaces de regalarnos ese casi setentero "The Pressure Will Blow" rebosante de sus características twin guitars, un "Hollywood" de enorme gancho o el casi mágico "Mexican Blood", entre otras cuantas que no pierden el pie y que si bien no relucirían con la misma inspiración que mucho lo que habían grabado en los 70s bien hubieran podido competir con cualquier otro disco de su época, o bien podrían hacerlo hoy (y hasta ganar) con muchos de los estrenos más celebrados del hard y heavy rock.
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