miércoles, 3 de septiembre de 2008

1996 - Morgana Lefay - Maleficium


Que el heavy más clásico se vino abajo como estilo masivo con la década de los 90s es un hecho.
Pero también lo es el que algunas bandas rescataron parte de esa esencia clásica para lanzarse en carreras alejadas de lo imperante en el panorama del Metal en esos nuevos tiempos.
El gusto que algunas formaciones rescataron por aquel primer power metal que en los 80s dio la visión más cruda del metal tradicional, aquel que fue una parte importante de la generación que muchos llaman la “US Metal” y que puso la respuesta paralela a la británica NWOBHM, llevó a que esos contados grupos se identificaran popularmente y con el avance de los años en la década como los paladines de un mercado que todavía tenía sus fieles. Iced Earth es posiblemente el caso más claro desde los USA.

Que en Europa hubo mayor predilección si cabe que en los USA por rescatar elementos clásicos es también claro, pero el heavy metal tradicional que se pudo tomar como base se adaptó hacia terrenos más melódicos y se masificó en la herencia de la generación alemana de los últimos 80s, dando lugar a algo que con brillantes excepciones se acabó por saturar en propuestas demasiado parecidas y muchas veces faltas de contenido y que, sin embargo, se ha dado en llamar también “power metal”, pareciendo en los últimos tiempos que es éste es precisamente el uso del término que impera.
Sea como sea, más allá de estos vacíos debates sobre etiquetas y aceptando estas dos ramas del estilo, en Europa también nos hemos encontrado con casos separados de lo general y que han llevado el estandarte del “primer” power metal, el “power metal americano”, o como le queramos llamar. Los suecos Morgana Lefay son un ejemplo destacado.

Principalmente del “US Metal” –muy especialmente de grupos como Savatage y Jag Panzer-, también de la NWOBHM, pero en cualquier caso siempre con la base del heavy metal más tradicional de los ochentas, con el añadido de un tratamiento excepcionalmente crudo y más puntualmente oscuro, y para acabarlo de formar con cierto gusto en las guitarras por el crujiente thrash metal de unos Overkill o, sobre todo, de los primeros Metallica: esto podría ser una definición de la propuesta de estos nórdicos.
Como mínimo, más que llamativo para los que desde entonces echan de menos el metal pura y duramente ochentero, así que puede merecer la pena repasar un poco la carrera de Morgana Lefay.

Formados en 1986 como “Damage”, tras los siempre iniciáticos cambios de formación consiguieron lanzarse definitivamente al mercado en 1990, ya con su nombre más conocido y con disco debut.
Desde entonces ha habido dos hombres que han dirigido siempre este proyecto y puesto su seña a toda creación, el guitarrista Tony Eriksson y el vocalista Charles Rytkonen. Precisamente Rytkonen ha sido desde el principio el factor más llamativo de Morgana Lefay de cara al público, dado su parecido timbre en los tonos más agresivos y similar estilo con el clásico vocalista de Savatage Jon Oliva.
De la misma manera, en sus primeros años siempre fueron comparados con este ya casi legendario grupo norteamericano, siendo además habituales las opiniones que les añadían la influencia también de los citados Metallica, e incluso de Pantera. El caso es que, desde unos planteamientos que, sí, podían ser bastante deudores de los momentos más agresivos de los Savatage de un “Hall Of The Mountain King” fueron construyendo un estilo más personal pero siempre de mucha presencia añeja y aguerrida, de la misma manera que el mismo Rytkonen fue creciendo como vocalista añadiendo registros a su interpretación hasta convertirse en el que hoy puede ser, a pesar de no tener el status de estrella de muchos otros y como demuestra en sus discos actuales (más incluso que en estos clásicos), una de las mejores voces del panorama metalero.

Tras una primera carrera que dejó discos más que interesantes como “Knowing Just As I” o “The Secret Doctrine”, e himnos de la talla de “Rooms Of Sleep” o “To Isengard”, “Maleficium” fue su quinto disco de estudio y presentó a un grupo más que asentado en una propuesta difícil, más dura, más densa.
Mientras repasamos alguno de esos primeros clásicos para ponernos en situación comencemos a hablar del disco.
Rooms Of Sleep (Secret Doctrine)


Para empezar, “Maleficium” fue su disco más largo hasta la fecha –trece temas no precisamente cortos más un bonus track que aparece en la mayoría de ediciones-, y ahondó en su carácter pesado y difícil con un extra de trabajo en varios frentes: se potenció el ambiente oscuro, las composiciones más complejas de mucho peso guitarrero y se optó por una unidad conceptual en las letras, dando pie a un álbum que es todo un monográfico sobre la Inquisición visto a través de una historia ficticia.

Con la fuerza que da a estos planteamientos una producción cruda y sencilla, podría decirse que ochentera (de hecho era probablemente su disco más potente hasta la publicación de su último “Aberrations Of The Mind”, trabajo sin embargo de otro carácter más limpio y menos añejo), el resultado fue más que conseguido, si bien es necesario advertir que no es para nada de fácil acceso a la primera escucha, al menos para oyentes que no estén acostumbrados a las producciones de los grupos más pesados y rudos de esa US Metal o de la NWOBHM.
Aún así, y si bien el grupo nunca ha conseguido un triunfo comercial de primera línea, el disco obtuvo el reconocimiento de la crítica especializada y ayudó a consolidar el nombre de Morgana Lefay como uno de los grandes “ilustres desconocidos” (tan habitual es encontrar bandas con una base de seguidores relativamente pequeña pero que los consideran enormemente y que siempre son bien tratadas por la crítica) que pueblan el mundo del Metal. Además, consiguió un notorio éxito con la gira del álbum en la que partían como cabezas de cartel (en la del disco anterior, por ejemplo, habían acompañado a Gamma Ray como teloneros), acompañados por Solitude Aeturnus –que presentaban entonces su “Downfall” y convirtieron el tour en un gran mano a mano entre dos respetadas bandas en crecimiento (qué extraña curiosidad que tras esto las dos bandas tuvieran un desafortunado parón que quizá las haya apartado de tener un status más grande)- y unos entonces primerizos Brainstorm.

Presentado convenientemente, repasemos los temas:

1. The Chamber of Confession
Para abrir, una intro tétrica de sonido tan primario que nos mete en el ambiente de los discos más oscuros de cualquiera de aquellas perdidas bandas de culto del metal de los 80s.

2. The Source of Pain
Y el primer trallazo que se nos viene encima. Duro, nada fácil, poderoso aunque no especialmente rápido, oscuro, denso y muy personal. Empieza la espesa mole sonora de rudo pero clásico metal de la vieja escuela que acompaña a casi todo el disco.

3. Victim of the Inquisition
Y ahora sí nos metemos de lleno en esos medios tiempos difíciles y oscuros tan característicos de Morgana Lefay.

4. Madness
Para seguir con otro igualmente “malvado”, con una parte central que cambia de manera brillante.

5. A Final Farewell
Un pequeño respiro para embellecer el conjunto con un tema lento que fácilmente puede relacionarse con este mismo tipo de temas de unos Iced Earth.

6. Maleficium
Y vuelta a lo rocoso con el medio tiempo que da nombre al disco. Fue el único tema del que se grabó un video clip, y es el que sigue:


7. It
Una intro para abrir “Master Of Masquerade”.

8. Master of the Masquerade
Y con ésta se inicia la parte más dinámica del disco después de una primera mitad más pesada, ya que a partir de aquí se pueden encontrar más referencias al thrash clásico y algunas melodías más “optimistas”, aunque siempre aguerridas.

9. Witches Garden
Uno de los temas más “llegadores” del disco, en el sentido que ya anunciaba la anterior.

10. Dragons Lair
Y más afilado sonido en la misma escuela sin perder nunca de vista el heavy metal más clásico.

11. The Devil In Me
El momento para el contrapunto en esta segunda mitad con un corte a medio tiempo que intenta plasmar maldad y desconcierto.

12. Where Fallen Angels Rule
Y vuelta a lo más arrollador y directo, esta vez con un estribillo más en la línea del power metal más “standard” (si bien llamativo y pegadizo), a diferencia de la mayoria de más cortantes y duros anteriores.

13. Creatures of the Hierarchy
Para el final, cierre con una bonita outro de guitarra acústica.
A los que dieron por enterrado al metal tradicional en los 90s, aquí tienen un buen clavo al que agarrarse.

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