Nuevo disco de Metallica.
Una frase que por sí sola es capaz de generar todo tipo de expectación, debates y encendidas polémicas, capaz de generar opiniones tan encontradas que es hasta difícil encontrar réplicas tan distantes al mismo evento sea cual sea el terreno del que se hable.
Y es que con el tiempo estos americanos no sólo se han hecho con una legión de seguidores enfervorecidos sino que también tienen otra de detractores al tanto de cualquier noticia sobre la banda para inundarla apresuradamente de críticas, si el medio lo permite, demostrándose tanto en uno como en otro caso el interés que despiertan.
Poco tiempo hace desde que Internet hiciera posible el acceso al nuevo material. Casi nada. Sin embargo, un vistazo rápido a ese mismo medio y ya proliferan las opiniones. Hay quien lo critica negativamente con todo tipo de argumentos, desde los más trasnochados y que casi evidencian que ni siquiera se ha escuchado el trabajo (pongamos por ejemplo el ya clásico y esta vez inservible “Metallica ya no es metal”, el esperable antes de conocer el disco “es el St. Anger II” o el más directo “Metallica es –pongamos el calificativo despectivo que queramos- desde tal disco”) hasta los que dramatizan hechos con más visos de realidad, tachando de negativa la composición de esas estructuras un tanto caóticas (algo a comentar con calma), acusándolo de autoplagio (¿cuántos nombres de bandas veteranas nos saldrían si buscáramos alguna que no haya repetido esquemas o sonidos de sus épocas pasadas? ¿y a cuántas otras se las critica por esto?) o ensalzando un posible déficit en el sonido o en la interpretación.
De la misma manera, el mismo vistazo rápido encuentra todo otro tipo de comentarios igualmente abundantes y mucho más ilusionados en los que se corre a aclamar la “vuelta” de hijo pródigo o se califica a “Death Magnetic” como el mejor disco de la banda desde los 80s.
Como viene pasando desde hace años con Metallica, este proceso promete durar hasta que “gane” una de las opiniones y acabe por hacerse la “oficial”, marginando a la rabia a la perdedora. Para el ejemplo podemos recurrir a los últimos discos. Actualmente la opinión “colectiva” de “St. Anger” está asentada en lo muy negativo y cualquier comentario no peyorativo sobre este disco es considerado por gran parte del público como puro fanatismo sin sentido. Desde luego, aquel disco puede que sea el más flojo que hayan lanzado en su carrera en diversos sentidos, pero podrían destacarse también cosas positivas de las que se reniega. De la misma manera, “Load” pasó por una época en la que se lo consideraba popularmente como la gran “estafa” (aquí quizá con razones mucho más propias de ese fundamentalismo metalero que otra cosa), y sin embargo parece que se está abriendo un poco la mano sobre el tema. Hablar desde el lado contrario de otros discos como “sobrevalorados” es igualmente polémico si ya están aceptados como auténticas obras maestras.
Con el terreno así de abonado, hay que entender que se vaya a mirar al detalle este “Death Magnetic”, y se vayan a resaltar todos los matices encontrables, bien sea para tildarlos de negativos o de positivos. Lo de las “estructuras caóticas” o complejas, por ejemplo, o una voz poco lucida, en lo que a las acusaciones se refiere. Da para pensar si, imaginándonos que el nuevo disco de Metallica fuera “Ride The Lightning” –poniendo el ejemplo de un álbum del que hay poca discusión sobre su gran valía- se hablaría de una muy poco correcta interpretación vocal, del corto minutaje, de una pobre producción o de algún tema que parece no encajar en el conjunto. Si hacemos esta reflexión, puede que lleguemos a darnos cuenta de que todas estas características –o todas las consideraciones de este tipo que queramos ver en cualquier disco- no tienen por qué ser defectos (entendiendo como defectos en este caso a aquellas cosas que lleven a que el trabajo no nos guste) sino que acaben por conformar una personalidad, un aire o una entidad propia e igualmente estimulante.
Pero al fin y al cabo, acabe reinando una opinión u otra (quede para la historia como el gran disco del resurgir de Metallica o como un trabajo más), démonos cuenta de una cosa: el disco seguirá siendo el mismo.
Aunque esto sea una evidente tontería, parece que a veces necesitamos que nos digan que es lo que tenemos que pensar también en este terreno, y que corremos a leer si el álbum es bueno o malo para saber si nos tiene que gustar o no. Escuchémoslo, y sencillamente comprobemos por nosotros mismos si es de nuestro agrado.
Así las cosas y teniendo en cuenta que sólo el tiempo dirá como se asienta, de momento quedémonos con lo objetivo para la primera descripción, y con las primeras impresiones personales –más no se puede decir todavía- para lo demás.
Primero, las evidencias:
Con “Death Magnetic” se ha intentado recuperar parte de la identidad que el grupo tuvo en años pasados, apostando por el aquel thrash con un pie puesto todavía en el heavy metal, por la búsqueda de la espectacularidad que tuvieron, o por esquemas ya utilizados anteriormente en temas (el single “The Day That Never Comes” ya nos daba una pista en esto, reutilizando el esquema de “Fade To Black” o de “Sanitarium”) o en el conjunto del disco (primer tema con intro acústica y posterior sonido afilado, el single radiable en el track 4, una instrumenta hacia el final...). Asimismo, se recuperan los solos acelerados en gran cantidad, y hasta el wah-wah.
En el resultado final hay algo más de peso del heavy metal en melodías y juegos de guitarra, especialmente en algunos solos, que el que tuvieron incluso en aquella época. Por otro lado, también encontramos dominando algunos de sus riffs más veloces. Sumado todo esto, podemos ver cierta intención de evolución junto a la reseñada de involución.
Dos temas parecen escaparse de estas intenciones “de aire thrash”, explorando otros sonidos: “Cyanide” y “The Unforgiven III”, esta última en una línea mucho más acorde con su época “Load” - “ReLoad”. Las dos aparecen seguidas en el orden de las pistas, lo que en función del oyente puede representar un bajón en el disco (o un bonito punto de respiro o variedad).
El disco hereda parte de las estructuras poco habituales o caóticas, si queremos decirlo así, que pudimos ver en “St.Anger” en determinados temas. En este caso esto no es algo que parezca excesivamente exagerado, y seguro que podemos recordar títulos de canciones de diversos autores de estructuras complejas o poco convencionales que de primeras parecen caóticas y en unas escuchas se aceptan sin que esta característica influya en su valoración.
El sonido es bueno (incluida la batería, sí) aunque da especial protagonismo a las guitarras por encima incluso de la voz.
La interpretación también es buena dentro de los estándares de la banda (bien, Ullrich nunca ha sido un batería filigranero y en “Death Magnetic” tampoco se sale de su estilo de siempre, y Hetfield no es la gran voz del género pero tampoco lo ha sido nunca, ni en la mejor etapa de Metallica) e incluso la pareja de guitarras hace uno de sus trabajos más complejos, quizá en detrimento de parte de la frescura que pudo tener en otros tiempos.
Descrito todo esto, es de pensar que existe toda una sensación de sorpresa (al menos de esa “sorpresa” que tantos estaban esperando desde hace tanto tiempo) que puede llevar a la euforia inicial, sobre todo por la espectacularidad de algunos cortes como “All Nightmare Long”. Es normal que estas sensaciones de sorpresa (de la misma manera que antes se decía para las de caos) se disipen con las escuchas y se pase a observar con más criterio a las composiciones.
En cualquier caso, parece bastante objetivo que “Death Magnetic” se presenta como un buen álbum trabajado a conciencia y que tiene cualidades para que agrade (y mucho, en algunos casos) al público que ya gustaba de Metallica, siendo lo que falta por ver si conecta con la gente de manera satisfactoria o no.
Eso, antes incluso de su salida oficial, es algo arriesgado de aventurar.
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