En 1974 debutaban KISS, Rush o Judas Priest, pero unos pocos
dinosaurios del rock duro ya habían conseguido asentarse en la escena con un
peso que pocas veces se ha visto desde entonces. Deep Purple, Black Sabbath o
Led Zeppelin habían conseguido en este terreno que la atención se volcara hacia
Gran Bretaña, pero, como siempre, los USA también habían tenido algo que decir.
Blue Öyster Cult llevaban años en la palestra, y habían
dejado ya dos discos que podían plantar cara a los que venían de las islas. Tan
técnica como oscura y rocosa, su música bien podía colocarse en el mismo
escaparate que la de esos otros gigantes, pero su público, hasta el momento,
estaba más limitado dentro de sus fronteras. Y su tercer disco tenía que
remediarlo.
“Secret Treaties” se ha visto normalmente encasillado como
el capítulo final de la etapa “en blanco y negro” con la que comenzaron su
andadura (las portadas tienen la culpa), pero la verdad es que es más fácil
entenderlo como un disco de transición hacia los más heterogéneos discos
posteriores. En ese sentido, la voluntad de ampliar su público es evidente en
la evolución respecto al sonido del anterior “Tyranny & Mutation”.
Exuberantemente guitarrero, pero también capaz de dar más protagonismo a los
coros y, sobre todo, a los teclados, así como de
dar rienda suelta a su imaginación y excentricidades en otros registros.
Si atendemos a los resultados comerciales, iban por el buen
camino. Certificado oro, estuvo catorce semanas seguidas en las listas del
Billboard americano. Y con el éxito, su reconocimiento iba en alza. Poco
después de su salida, la revista ¡británica! Melody Maker lo declaraba el mejor
disco de Rock de todos los tiempos, empezando a colocarlo como un habitual
entre los trabajos del género que la crítica ha tratado con mayor respeto. Y
que sirva de ejemplo el que revistas como “Rolling Stone” y “Kerrang!” lo hayan
incluido habitualmente en sus rankings de los mejores discos de siempre.
En su momento, les sirvió para que pasaran a ser habituales
cabezas de cartel en grandes festivales, y allanó el camino para que el
siguiente “Agents of Fortune” tuviera una recepción todavía mayor, alcanzando
pronto el platino.
Con todo esto, no es raro que muchos de sus fans lo
consideren el mejor disco de su carrera. Pero lo sea o no (hay mucho donde
elegir, anterior o posterior, como para poder dar un veredicto rotundo), es
innegablemente uno de sus más importantes, tanto popularmente como para la
definición de su identidad. Ésa tan especial y compleja que los hace únicos,
atrapa irremediablemente a unos, y los hace tan poco accesibles para otros.
Veamos por qué.
1. “Career
of Evil”.
Primer tema y primera prueba de su evolución. Si “Blue
Öyster Cult” empezaba con un cañonazo como “Tranmaniacon MC” y “Tyranny &
Mutation” abría fuego de la manera más acelerada con “The Red And The Black”,
“Secret Treaties” empieza a mostrar sus cartas con un medio tiempo en un
formato “single” mucho más claro, en colaboración, además, con la que pronto
sería diva de la escena punk americana, Patti Smith. La clase de Buck Dharma,
Eric Bloom y sus chicos, eso sí, permanece intacta para firmar uno de los
momentos más agradablemente accesibles del trabajo. Un clásico de su repertorio
desde entonces.
2. “Subhuman”.
También derrochando clase, pero en un registro más complejo
en el que la imaginativa guitarra de Buck Dharma se mueve como pez en el
agua, “Subhuman” devuelve a Blue Öyster Cult a un registro más cercano a los
temas “más tranquilos” de los trabajos anteriores.
3.
“Dominance And Submission”.
Y, por fin, la apertura del tercer tema hace recordar a los
fans de los discos anteriores la potencia de sus guitarras. Mención aparte
merece la continuidad también en el terreno de las letras. Si las de los discos
anteriores pueden calificarse como excéntricas, éstas no se quedan atrás.
4. “Me 262”.
De nuevo las letras llaman la atención, pero en este caso
para glosar sobre el primer modelo de avión de combate a reacción. Extraño,
pero recubierto de fiero rock’n roll resulta otro excelente tema habitual de
sus directos.
5. “Cagey
Greetings”.
Más rock’n roll, y más excentricidades. Esta vez salpican a
unas melodías especialmente contagiosas. Y como es habitual en su producción,
fenomenal trabajo instrumental, destacándose aquí como se integran guitarra y
teclados.
6.
“Harvester of Eyes”.
Lo machacón del riff principal la corona como una canción
especialmente apropiada para los directos (y bien que se han servido de ella en
ese aspecto). En “Secret Treaties”, además, nos lleva hacia el decisivo broche
final de los dos últimos temas.
7. “Flaming Telepaths”.
Puede que no sea habitual que los dos temas insignia de un
disco sean precisamente los dos últimos. En un disco relativamente corto como
éste, la estrategia funciona perfectamente. Si hasta aquí era un gran disco,
acabar la escucha de esta manera lleva a cualquiera a levantar su calificación
hasta los extremos que se comentaban antes.
Ciencia ficción (su tema más recurrente) envuelta en
psicodelia y melodías sobrecogedoras, además de enmarcada entre una de las
entradas más espectaculares que se pueden encontrar y un final acelerado que no
lo es menos.
8. “Astronomy”
Y por fin, lo que muchos esperaban. Como Queen harían unos
años más tarde con “We Will Rock You / We Are The Champions”, el poderoso final
de la anterior se corta en seco para dejar paso al piano que abre la siguiente.
Y si “Flaming Telepaths” es uno de sus mayores clásicos, “Astronomy” lo es
todavía más, acabando así el disco con una de sus más conocidas y recordadas
canciones. Habitual en los conciertos, revisada años más tarde dentro de su
disco conceptual “Imaginos”, y versionada todavía otros tantos años después por
Metallica, que se unía así a la larga lista de grupos (de Lizzy Borden a HIM,
pasando por Iced Earth o Candlemass) que han intentado añadir a las suyas las
personales melodías de Blue Öyster Cult.
Inmejorable final... para dejar al público con ganas de empezar otra
vez.
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