miércoles, 15 de octubre de 2008

1990 - Cinderella - Heartbreak Station


Que a un grupo que ya tenía ventas millonarias moviéndose en unos registros más acordes con la moda del momento acelere –dando por hecho que esas “otras” influencias siempre habían estado presentes- la evolución de su sonido y en su tercer álbum parezca otra banda tan diferente a la del estreno como menos adaptada a los medios de su época es algo cuanto menos curioso como caso aislado (más habitual es el caso contrario) y seguramente admirable por la convicción que demuestra, más allá de intereses comerciales.

Y no es que a los Cinderella del “Heartbreak Station” les diera por abrazar algo muy lejano al rock duro que habían hecho desde el principio, sino que sencillamente fueron pelando capas de sobrepuestos y artificios hasta darse de bruces con la esencia del rock más añejo y enraizado en sus primeras influencias.
Si “Long Cold Winter” había anunciado desde su hard rock potente y contagioso a otro hard rock clásico y al blues, o si aquél ya había hecho plasmar en la crítica las comparaciones con unos Aerosmith o Led Zeppelin en lugar de con Britny Fox o Def Lepard, “Heartbreak Station” se fue todavía más atrás para sumergirse en el mundo sónico de unos Rolling Stones, Mott de Hoople, Humble Pie... o unos Animals, por ejemplo.

Sea como fuere, el caso es que –y por decirlo de alguna manera- les quedó un disco para escuchar con botas de espuela y mascando tabaco, más que uno para disfrutar llevando maquillaje y con el pelo enlacado. Si fue o no éste el factor decisivo de su bajada comercial -ojo, aún así el disco fue platino- no es algo claro, dado el camuflaje que aporta el descenso general de popularidad que ya comenzaba a salpicar esos años al saturado panorama y que afectaba a todo lo que oliera a hard rock (o por lo menos a lo que en este terreno no pareciera nuevo), pero por lo menos sí dejaron claro que habían grabado lo que les había apetecido: un disco que rezuma rock a la antigua usanza.



Si este “Shelter Me” que suena sobre estas líneas –con ese ritmo, esos coros femeninos a lo “Gimme Shelter”...- o el tema homónimo –una balada bluesera que arranca recordando aquel “Love In Vain”- no nos transportan de primeras y por ejemplo a aquel “Let It Bleed” de los Rolling Stones es que puede ser momento de repasarlo. Añadidos los retazos funk, el hard rock y los ramalazos sureños, nos queda un conjunto que el tiempo casi ha olvidado y el público ha tratado injustamente, pero que sirve para degustar con calma, más que para un consumo inmediato. Una pena para la MTV, que podemos entender esperaba si no los bombazos que les dio su primer disco al menos los temas de éxito del segundo, y puede que para sus bolsillos. Ahora bien, todo un regalo para los viejos oídos rockeros.

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