Mötley Crüe había arrasado medio mundo (y buena parte de la salud de sus miembros) con el rotundo éxito de un "Dr. Feelgood" que, por fin, ponía la guinda a su carrera con un número uno. Se habían colocado en una posición tal que hasta el recopilatorio del '91 había llegado a colocarse en el número 2 del Billboard. Pero las cosas cambian y, como casi siempre que se dice eso, pueden hacerlo a peor. En este caso, las condiciones para que se diera algo así estaban perfectamente dispuestas: Por un lado, una banda endiosada poniéndose a trabajar en un álbum nuevo tras varios años más llenos de halagos y fiesta que de trabajo duro. Por otro lado, un momento de cambio radical del panorama musical. Y en medio, varios egos fuertes que satisfacer y predispuestos a la pelea.
En la de Mötley Crüe, fue Vince Neil el que acabó perdiendo. Y su salida de la banda dejó al gigante sin su carismático vocalista y con Nikki Sixx como líder sin discusión. No es de extrañar, entonces, que fuera éste el que no tardara en encontrar el sustituto en un tipo, J.Corabi (entonces vocalista de The Scream), con el que "casualmente" hacía un tiempo contactaba para compartir admiraciones y posibles colaboraciones. El peso de Corabi, eso sí, resultó mayor de lo que se podía esperar de un recién llegado y acabó colaborando en la composición de todos los temas del nuevo disco. Eso, por consiguiente, se sumó a la dirección por la que Sixx quería llevar a su grupo en aquellos nuevos 90s, llevando el resultado un paso más lejos de lo que venían haciendo anteriormente.
Registro diferente para las voces, orientación más seria en las letras (no hace falta decir que Corabi no resultó ser otro llamativo Neil que apostara por el "sexo, drogas y rock n roll") y un sonido más denso y pesado que se apoyaba en otra brillante producción de Bob Rock (por lo menos a la altura de "Dr. Feelgood" en el primer puesto de las producciones "Crüe", si no claramente la primera).
Todo eso suele ser mucho cambio para un salto de un solo disco de estudio (aunque sea también de cinco años) y aunque la larga espera hizo que la acogida fuera tan efusiva como para entrar directamente al nº 7 del Billboard, pronto las ventas se desinflaron por debajo de los trabajos de los 80s.
Pero tampoco imaginemos de más. Temas como "Poison Apples", la tremenda "Welcome To The Numb" o "Driftaway" (una de sus mejores baladas de siempre) son perfectamente reconocibles en su carácter continuista -tanto que no cuesta imaginarlos con la voz de Vince Neil- y hubieran sido perfectos y exitosos hits 100% Mötley Crüe en otra época. "Hammered" o "Smoke The Sky" (de lo más potente de su repertorio) introducen un sonido algo más pesado y poderoso pero no por eso dejan de grandes piezas de hard/heavy rock que deberían haber tenido mejor suerte entre su público de siempre. "Misunderstood", cerca o lejos de su estilo anterior, es claramente uno de los temas más redondos de su discografía. Y en general, todo el disco (también en sus partes más "noventeras") representa un esfuerzo considerable y más que bien aprovechado, del que incluso muchos diríamos que, más aún prescindiendo de un par de momentos, puede ser uno de sus trabajos más conseguidos. Pero quizá exageraron la sensación de cambio colocando, significativamente, algunos de los cortes de mayor gusto "noventero" justo al principio. O quizá, sencillamente, ya no era tan buen momento comercial para ellos.
A estas alturas, eso sí, hemos superado mucho y que sea "el disco de Mötley Crüe sin Vince Neil" o un disco diferente a sus clásicos anteriores no nos debería asustar mucho. ¿Es buen momento para recuperarlo? Bueno, si se hace, por lo menos sabemos que no será un momento perdido.
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