En 1978 KISS hacía honor a la frase con la que abre sus conciertos: era la banda más “caliente” del planeta.
Unos años antes, “Alive!” les había hecho dar el salto
definitivo a la fama y “Destroyer” los había afianzado en el estrellato. Y lo
había hecho con un empuje que no sólo todavía duraba, sino que durante la gira
de “Love Gun” –quizá precisamente por la voluntad de extenderlo más y más-
había sido más perceptible que nunca en sus conciertos multitudinarios (se dice
que entonces salían a 13.000 personas por concierto) y en la creciente ola de
merchandising diverso sobre la banda.
Pero a alguien (probablemente el
que había sido su manager desde sus inicios, Bill Aucoin) se le ocurrió que
todavía se podía dar algún paso más. Puede que para aprovechar un momento que
difícilmente se iba a repetir, o puede que siendo consciente de que aquello no
podía durar mucho. Pero había que hacer algo nunca visto.
Dos ideas salieron a la palestra:
el rodaje de una película que utilizara como personajes a los alter-ego
maquillados de los cuatro músicos, y la grabación de cuatro discos -¡a publicar
el mismo día!- que dieran su propio espacio a cada miembro de KISS por
separado.
Y, cómo no, KISS se embarcó en
todo.
No es éste sitio para hablar
mucho de la película (y la verdad es que tampoco sería muy reseñable, ya que
hasta los propios miembros de KISS manifestaron haberse arrepentido de
grabarla, dando esto lugar a la ruptura con Aucoin), pero lo de los discos fue
otra cosa.
En aquel momento, las tensiones
en el seno del grupo amenazaban ya con finiquitar su trayectoria, y que cada
miembro trabajara en un disco por separado (aunque aparecieran bajo la marca
“KISS”) podía ser una manera de regenerarse, coger aire y rebajar tensiones...
o bien de competir entre todos y ensayar una posible ruptura con carreras
separadas. Y por eso cada uno se lo tomó a su manera.
Para Ace Frehley y Peter Criss,
los miembros “descontentos” con el papel secundario al que Paul Stanley y Gene
Simmons los relegaban disco a disco, era toda una reválida. Una demostración de
lo que podrían hacer si les dejaran aportar más, o incluso un escaparate para
lucir influencias a las que los líderes del grupo no daban sitio en KISS.
Frehley apostó por un sonido con mayor peso de las guitarras, más cercano al
heavy rock que ya despuntaba popularmente en esos años, y Criss dio salida a su
influencia R&B y del rock & roll de los años 50s y 60s.
Pero para Simmons y Stanley esto
debía ser algo diferente: quizá otra manera más de lucirse, quizá algo que
tomarse menos en serio... o incluso algo poco oportuno.
El disco de Simmons parece decir
que “el demonio” (haciendo uso de esa megalomanía que tanto ha querido lucir en
su carrera) vio en esto otra manera de dar brillo a sus excentricidades, y aunque
quizá prestó menos atención a la composición de un disco de gran empaque o una
dirección clara, se rodeó de todo tipo de colaboraciones famosas y recursos
efectistas, y dejó varios momentos a tener en cuenta.
Y Stanley... Stanley se apuntó
otro gran disco de KISS.
Si quiso o no dejar claro que el
que dirigía musicalmente al grupo era él es algo que cada uno puede valorar,
pero sí que parece claro que para este álbum se estaba guardando algunos temas
soberbios, y que además lo adornó con un cuidado y una producción que son
difíciles de ver en los discos de la banda al completo.
Que de los cuatro, además, es el
disco más puramente KISS, es poco discutible.
Nueve temas originales (los demás
tres miembros incluyeron alguna versión) firmados por el propio Stanley, con
una mezcla de temas rockeros de melodías power-pop súper pegadizas (con
especial atención en este punto a “Wouldn't You Like to Know Me?” y “It’s
Alright”, que podrían haber sido grandes hits en cualquier disco KISS –como
grupo- de la época, y posiblemente serían habituales de recopilatorios y
directos de haberlo sido), medios tiempos hardrockeros más tipicos de KISS,
aunque quizá en una versión algo “más cuidada” (“Tonight You Belong to Me” o
"Love in Chains", por ejemplo) y temas especialmente melódicos y
baladas, destacando especialmente la power-ballad “Take Me Away (Together as
One)”, aunque el único single fuera la más radiable y “popera” “Hold Me, Touch
Me (Think of Me When We're Apart)”.
A la postre, la maniobra de los 4
discos no tuvo la gran repercusión esperada, y (quizá porque el público no se
los tomó como discos “serios” o “reales” de KISS) en principio pareció que
entre los cuatro no llegarían a los niveles de ventas que había tenido el
último disco conjunto. Además, aunque finalmente todos fueron certificados como
platino, con el tiempo han quedado olvidados popularmente dentro de la
discografía de KISS.
A diferencia también de sus
discos anteriores, sólo tuvieron un single de éxito (para la escala KISS) en el
“New York Groove” de Ace Frehley, lo que hace pasar su disco por el de mayor
reconocimiento de los “Solo Albums”.
Y claro, todo eso debió
convencerlos para volver al redil y grabar inminentemente otro disco como
formación. Pero el rumbo de los acontecimientos ya había cambiado, y a pesar de
las mayores ventas a las que el super-single “I Was Made For Loving You” llevó
a “Dynasty” (un disco que, significativamente, se promocionó como “el regreso
de KISS”), este disco recibió peores críticas que los anteriores y no consiguió
evitar la sensación de que los días de gloria de KISS empezaban a ir cuesta
abajo.
Porque si bien el valorar
musicalmente sus cuatro discos en solitario deja la sensación de que, de haber
construido un solo disco con lo mejor de ese material, ése podría haber sido
uno de los más grandes trabajos de su carrera; al hacer lo mismo con su disco
del ’79 éste no parece situarse claramente por encima de ninguno de los cuatro
por separado... y quizá sí por debajo, por lo menos, de los de Frehley y
Stanley.
Puede que eso hable de “las
ganas” con la que los 4 músicos se reencontraron, o de la situación en la que
se encontraban ya en los últimos momentos de Peter Criss en la banda (en esa
primera época) y en el preludio de la “larga” despedida de Ace. En definitiva,
estaban en el primero de aquellos años de transición hacia su regeneración
“ochentera” y desmaquillada.
Sea como sea, la extraña idea de
los 4 discos nos dejó un buen puñado de canciones memorables, e incluso este
disco de Paul Stanley que, si no por fama, sí por música queda muy arriba
dentro de la larga discografía de KISS.
Para acabar, un juego para el que
conozca los 4 trabajos. ¿No hubiera sido un disco excelente... por ejemplo algo así?
1.Radioactive (Simmons)
2.Wouldn't You Like to Know Me? (Stanley)
3.I'm In Need of Love (Frehley)
4.Easy Thing (Criss)
5.It's Alright (Stanley)
6.What's On Your Mind?(Frehley)
7.Hooked on Rock 'n' Roll (Criss)
8.Tonight You Belong to Me (Stanley)
9.Rip It Out (Frehley)
10.Mr. Make Believe (Simmons)