Aunque no sea estrictamente una novedad (hace ya unos meses que este trabajo vio la luz) vale la pena pararse un momento para reseñar, y ante todo recomendar a quien todavía no lo haya escuchado, el último disco de los veteranísimos Uriah Heep. Sin andar con rodeos, porque es una maravilla. Una más de estos tipos.
Es el segundo desde decidieran regresar a la actividad de estudio hace pocos años -recordemos que ya parecían estar en ese estado de muchas bandas veteranas que siguen adelante “para bolos y poco más” desde finales de los 90s, y que volvieron a grabar en 2008- y, si el disco anterior ya demostraba que tenían todavía mucho que decir, éste es la confirmación definitiva de que hay una "nueva etapa" y que es realmente buena.
Y es, nada más y nada menos, su disco de estudio número 23 en total. Y aún así, aunque suene tan exagerado como casi sacrílego, puede que sea uno de sus mejores esfuerzos.
Entendámonos. La magia de los primeros discos de los 70s es algo muy especial que nos dieron en esa época, y sería difícil reproducirla ahora. No se trata de eso, ni parece esa su intención. Uriah Heep no se ha caracterizado nunca por mantenerse fiel a un estilo cerrado e inamovible y no van a volverse atrás ahora, pero siempre han tenido presente una personalidad “especial” que sigue reconociéndose perfectamente en 2011.
Pero se puede decir que es uno de sus mejores por mucho que no se atenga completamente a los parámetros de su etapa más popular o atendiendo a otros más generales.
Puede que sea uno de sus discos más inmediatos, con más gancho, y a pesar de eso parece crecer con cada nueva escucha. Es seguramente uno de sus más potentes. Y parece difícil negar que es uno de los mejores producidos. Accesible y poderoso, tiene espacio para las más marcadas melodías cercanas al AOR, algunos momentos para la experimentación, mucho peso del hard rock más clásico y hasta pasajes cercanos al heavy metal que lo podrían emparentar con los actuales Iron Maiden, en parte gracias a la voz profunda que luce un Bernie Shaw que por momentos se deja caer por un punto del camino entre B.Bayley y B.Dickinson. ¿Qué más les vamos a pedir?
Más que de sobra como para que no pase desapercibido, sino entre lo más destacado del 2011.
viernes, 8 de julio de 2011
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